Byung-Chul Han (Seúl, Corea del Sur, 1959) no ha necesitado establecer un gran sistema filosófico estructurado, ni grandes trabajos sesudos o especialmente extensos. Los libros que el lector en español tiene al alcance de él, unos veinte en la editorial Herder, se caracterizan por ser, la mayoría, breves (rondan los 12 euros) y de estilo sencillo y accesible al común de la población. Podría decirse que su libro más celebrado es «La sociedad del cansancio» (2010), pero tiene otros que han incidido, como este, en pensar desde la vida actual asuntos de orden colectivo; más ejemplos de ello serían «La sociedad de la transparencia», «Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder» o «La desaparición de los rituales».
Cabe decir que Han, pese a su origen asiático, estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró con una tesis sobre Martin Heidegger, que Herder también publicó, esta vez un estudio grueso titulado «El corazón de Heidegger. El concepto de “estado de ánimo” de Martin Heidegger». Aquí el autor releía al pensador nazi desde «la reivindicación de un mundo cordial», lo cual podría sorprender al conocedor de este filósofo simpatizante de Hitler y sus secuaces. En todo caso, estamos ante un autor al que han calificado de visionario por páginas como las del citado «La sociedad del cansancio».
En esta ocasión contrastó la sociedad anterior, según él disciplinaria y llena de prohibiciones, a una sociedad del rendimiento y de la obsesión por el trabajo, lo cual llevaría a (de nuevo el asunto del ánimo) situaciones psicológicas vinculadas con el cansancio o el tedio. Este prisma negativo, que también comparten otros de sus libros, como «La sociedad paliativa. El dolor hoy» –que habla de que la sociedad que ha desarrollado una fobia al sufrimiento–, o «La desaparición de los rituales. Una topología del presente», sobre la pérdida de los antiguos valores sociales y familiares de orden simbólico, ha pasado a una perspectiva positiva. Tal cosa la objetiva Han en «El espíritu de la esperanza» (traducción de Alberto Ciria e ilustraciones de Anselm Kiefer).
«Contra la sociedad del miedo» es el subtítulo del ensayo, con lo que viene a sugerir que lo esperanzador de vivir implica lo social, lo colectivo, un nosotros, en definitiva. «La esperanza se opone a la angustia por su carácter. Se opone incluso como sentimiento, porque no aísla, sino que vincula y mancomuna. [...] El amor y la angustia se excluyen mutuamente. En cambio, en la esperanza anida el amor. La esperanza no aísla, sino que reconcilia, vincula y une. La angustia es incompatible con la confianza y con la comunidad, con la proximidad y con el trato. Provoca alienación, soledad, aislamiento, desorientación, desamparo y desconfianza», escribe Han. Y en otro momento dado, lo siguiente, que tanto conectaría con la tendencia al «coaching» emocional que de tan variadas formas aflora en nuestra cultura posmoderna: «Quien tiene esperanza, está camino del otro. Cuando tiene esperanza, confía en algo que lo trasciende»
Para él, la desesperación y esperanza podrían representarse visualmente como un valle y una montaña, respectivamente, con respecto a que «la negatividad de la desesperación es inherente a la esperanza». Son dos caras de la misma manera, y es que cree que «la esperanza más íntima nace de la desesperación más profunda». Asimismo, apunta la obviedad de que quien tiene miedo se encuentra paralizado, mientras que el que muestra esperanza tiene una disposición elocuente y activa. No en vano, «merodea el fantasma del miedo. Permanentemente nos vemos abocados a escenarios apocalípticos como la pandemia, la guerra mundial o las catástrofes climáticas: desastres que continuamente nos hacen pensar en el fin del mundo o en el final de la civilización humana».
En este contexto de continuas noticias negativas y alarmistas, Han habla de una sociedad que ha de ver cómo diferentes poderes fácticos emplean el miedo para controlar a las masas en el régimen neoliberal del presente que tanto ha estudiado en sus libros. «Se ha difundido un clima de miedo que mata a todo germen de esperanza. El miedo crea un ambiente depresivo. Los sentimientos de angustia y resentimiento empujan a la gente a adherirse a los populismos de derechas. Atizan el odio. Acarrean pérdida de solidaridad, de cordialidad y de empatía. El aumento del miedo y del resentimiento provoca el embrutecimiento de toda la sociedad y, en definitiva, acaba siendo una amenaza para la democracia». En efecto, como diría Aristóteles, el hombre es un animal político.
Por este motivo Han habla de la necesidad de una política de la esperanza que genere confianza en lugar de miedo, que atienda a la colaboración grupal más que al ensimismamiento y angustia propia de su estimable Heidegger. Otros autores se asoman, por otra parte, a «El espíritu de la esperanza», como Erich Fromm, Friedrich Nietzsche, Ernst Bloch o Václav Havel, pues no en vano el concepto de esperanza ha sido uno de los más visitados por todas las civilizaciones y líneas de pensamiento a lo largo de la historia. Un narrador contemporáneo como Truman Capote, del que justamente en estas fechas se celebra el centenario de su nacimiento, se inventó una autoentrevista en que se encontraban preguntas como «¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?». Así las cosas, ¿cuál sería para usted, caro lector, una posible palabra para eso?
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EL SER HUMANO, NARRADOR
En «La crisis de la narración», Han habló de cómo las narraciones crean lazos humanos, hasta tal punto que fundan comunidades, y a la vez atacó el llamado «storytelling», a su juicio un arma comercial que transforma la narración en una herramienta más del capitalismo. El pensador coreano afirmaba que solo la narración es la que nos eleva y nos une a través de una historia común de experiencias, aportando un poder transformador a la sociedad. Pues bien, estos días sale a la venta un libro del mexicano Jorge Volpi, hace mucho tiempo radicado en España, acerca del arte literario y el fundamento de la ficción a lo largo de la historia, «La invención de todas las cosas» (Alfaguara), que tiene algún nexo común con Han por cuanto busca demostrar que todos somos ficciones y que la literatura es una de las claves de nuestra identidad individual y nuestras pasiones compartidas.]]