La madrugada comprendida entre el 26 de octubre y el 27 se producirá el último cambio de hora del año. En este caso, cuando el reloj marque las 3:00 horas volverán a ser las 2:00 retrasando así la hora y, por tanto, contaremos con una hora de sueño más. No obstante, el debate a favor y en contra sobre el más que posible cese de esta variación horaria está a la orden del día.
Tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado en la resolución dictada el 15 de marzo de 2022, el cambio horario tiene los días contados. En esta sentencia se esclarece el hecho de que a partir de 2026 no solo se pretende terminar con este procedimiento, vigente durante más de un siglo, sino que este suceso también podría ocasionar una modificación en nuestro ritmo de vida. Esta disyuntiva surge de la polémica ocasionada en septiembre de 2018 en la Comisión Europea cuando esta expuso una serie de razones para abolir este método llevando a cabo una consulta. En España, hasta un 64% abogaron por el fin del cambio de hora.
Sin embargo, el Gobierno de España no ha llevado acabo ninguna alegación firme sobre el fin de esta alteración, tan solo contamos con esa fecha límite esclarecida en el BOE. Lo que está claro es que en el caso de llegar a efectuarse este proceso en España vendrá acompañado del cese inmediato en el resto de países. Es necesario un consenso premeditado de los países pertenecientes a la Unión Europea para evitar desbarajustes en cuanto al reloj europeo se refiere. Por tanto, la decisión ha de ser unánime.
Resulta contraproducente el hecho de que muchas de las ventajas que se le achacan al cambio horario también sean denunciadas por la oposición como inconvenientes del mismo. Un claro ejemplo de este incidente es el del supuesto ahorro energético. Si bien en el horario de verano se maximiza el aprovechamiento de luz solar, en el de invierno se produce un efecto contrario, puesto que se insta a los días a durar menos y, por tanto, se reduce esa eficiencia energética.
Por otro lado, algunos expertos han declarado que el frecuente empleo de esta modificación horaria supone asimismo una alteración en el ciclo del sueño. Este puede llegar a afectar de manera negativa tanto en el rendimiento de los ciudadanos como en la salud personal de cada ser. Además es importante destacar el riesgo que supone en términos de ansiedad y memoria repercutiendo directamente sobre la sociedad. Al mismo tiempo queda demostrado que una variación en la rutina de sueño incide en la productividad.
Respecto a los resultados posibles, al igual que en el resto de cambios sociales la incertidumbre se apodera del discurso. Es difícil planificar un posible escenario si finalmente se decide terminar con el cambio horario a causa de la longevidad con la que cuenta esta situación. Sin embargo, existen unos hechos palpables que modificarían la forma de vivir en nuestra sociedad.
En un principio, los días de verano serían más cortos y los de invierno más largos. Si bien la diferencia entre ambos serían evidentes debido a las temporadas estacionales en las que se encuentran ubicados cada uno de los dos períodos, la reducción sería notoria. Esto ayudaría a evitar desajustes en nuestro reloj biológico.