Acaba de llegar a la cartelera teatral madrileña un montaje de La Calòrica que habla del Congreso de Viena. Una pieza que, desde la sátira de Joan Yago, se centra en el descontrol que fue aquello ahora que se cumplen 210 años de su inicio el 8 de octubre de 1814. Pero ¿por qué se fue de las manos, principalmente para los intereses españoles?
La intención, según se vendió, era restaurar el orden europeo tras las Guerras Napoleónicas. Tras el final de las devastadoras batallas de este conflicto, los líderes de Europa se reunieron en Viena con el propósito de recuperar la estabilidad política y territorial del continente.
La derrota de Napoleón Bonaparte dejó al continente en una situación de caos e incertidumbre. Durante más de una década, las campañas militares habían modificado las fronteras de muchos países europeos, derrumbado monarquías y desafiado los principios. Por lo que el Congreso fue impulsado principalmente por las grandes potencias que derrotaron a Napoleón: Gran Bretaña , Austria , Prusia , Rusia... Sin embargo, más de 200 delegados de diferentes naciones asistieron a las reuniones, lo que se convirtió a Viena en el epicentro de la diplomacia europea durante esos meses.
¿Los objetivos? Restaurar las monarquías que habían sido derrocadas por Napoleón; redibujar el mapa de Europa, ajustando las fronteras para mantener un equilibrio de poder; crear un sistema de concertación internacional que ayudará a evitar futuras guerras entre las grandes potencias; y debilitar a Francia limitando su capacidad de expansión militar y política.
Entre los líderes más influyentes del Congreso de Viena se encontraron:
Tras meses de reuniones, comenzaron a aflorar resultados como el de la reorganización territorial: el mapa de Europa fue redibujado significativamente. Francia perdió los territorios conquistados por Napoleón y volvió a sus fronteras de 1792. Austria recuperó muchas de sus posesiones en Italia, Prusia ganó importantes territorios en el oeste de Alemania, y Rusia amplió su control sobre Polonia.
Los Borbones volvieron al trono en Francia con Luis XVIII, y otras monarquías depuestas fueron restauradas en España, Nápoles y otros reinos. Se buscó también equilibrar la influencia de las grandes potencias, por lo que se trazaron alianzas entre las potencias para resolver disputas futuras de manera diplomática, evitando guerras (que a la larga ya se vio que es algo imposible).
La esclavitud también jugó su papel dentro de las reuniones, y aunque no fue un tema central en las discusiones, se declaró la abolición de la trata de esclavos como un principio que las potencias acordaron respetar, impulsado principalmente por Gran Bretaña.
El Sacro Imperio Romano Germánico no fue restaurado, pero se desarrolló una Confederación Alemana bajo el liderazgo nominal de Austria, que constaba de 39 Estados alemanes. Y se formó la Cuádruple Alianza militar entre las cuatro potencias (Gran Bretaña, Austria, Prusia y Rusia) con el objetivo de mantener el nuevo orden establecido y protegerse mutuamente en caso de futuras amenazas.
El Congreso de Viena marcó el comienzo de un largo período de estabilidad en Europa, conocido como la Pax Britannica o la Era de la Restauración , que se prolongó hasta la Revolución de 1848. El equilibrio de poder establecido ayudó a evitar guerras continentales durante varias décadas, aunque, como era de esperar, no eliminó completamente los conflictos entre naciones.
El Congreso también sentó las bases para el sistema de congresos internacionales, un precursor de la diplomacia multilateral moderna. Sin embargo, algunos de los acuerdos, como la falta de representación para movimientos nacionalistas y liberales, sembraron las semillas de futuros conflictos, como las guerras de unificación en Italia y Alemania.
En definitiva, el Congreso de Viena de 1814 fue un esfuerzo notable por restaurar la estabilidad en Europa tras años de guerra. A través de un complejo sistema de negociaciones diplomáticas, los líderes europeos lograron reconstruir las fronteras y establecer un equilibrio de poder que moldearía el futuro de Europa durante las siguientes décadas. Aunque algunos de los acuerdos resultaron insatisfactorios para ciertos sectores, el Congreso dejó un legado importante en la historia de las relaciones internacionales.
En el apartado concreto de España, esta se vio perjudicada en el Congreso. Venía de ser una de las grandes potencias europeas antes de la invasión napoleónica, pero tras años de conflicto y ocupación, el país perdió su estatus. Pérdida de influencia política fue un hecho en 1814, las principales decisiones fueron tomadas por otras naciones, y pese a ser invitada a participar, el papel de España fue marginal. Apenas tuvo un poder de negociación significativo ni una participación activa en la redefinición del equilibrio europeo, lo que contrasta con su antiguo estatus de gran potencia.
España atravesaba el comienzo de las independencias en América Latina. Aunque el Congreso de Viena evitó tocar el tema colonial de manera directa, las potencias europeas, particularmente Gran Bretaña, vieron con buenos ojos los movimientos independentistas en las colonias españolas en América. Esto debilitó la posición de España, ya que comenzó a perder control sobre sus vastos territorios americanos. La independencia de muchos países de América se consolidaría en esos años.
La representación de nuestro país en el Congreso estuvo encabezada por Pedro Gómez Labrador, un diplomático con escaso prestigio, que se opuso a muchos de los acuerdos sin éxito, lo que generó tensiones y marginó aún más a España del proceso decisional. Mientras otras naciones negociaban activamente por intereses territoriales y de poder, España carecía de la capacidad y fuerza política para influir en las decisiones.
En comparación con el resto de potencias, España se encontró en un relativo aislamiento diplomático. No fue parte de los acuerdos de la Cuádruple Alianza y la falta de alianzas significativas limitaron la capacidad del país para recuperarse de su crisis interna y mantener su relevancia en la política europea.
El Congreso de Viena no hizo concesiones importantes a España, ni en términos territoriales ni en términos de apoyo a la restauración de su influencia. Esto contribuyó a que se pasara a un segundo plano en el concierto de las naciones europeas durante gran parte. Significó el final definitivo del liderazgo de España en Europa y la consolidación de su declive como potencia internacional.