El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
Santo Tomás de Villanueva nació en 1486 en Fuenllana, Ciudad Real, aunque pasó gran parte de su infancia en Villanueva de los Infantes, de donde toma su nombre. Su verdadero nombre era Tomás García y provenía de una familia acomodada, lo que le permitió recibir una sólida educación. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se licenció en Artes y Filosofía. Poco después de finalizar sus estudios, ingresó en la Orden de los Agustinos en Salamanca.
A lo largo de su vida religiosa, Santo Tomás se destacó por su profunda espiritualidad, su dedicación a la enseñanza y su compromiso con la caridad. Fue un gran predicador y rápidamente se ganó una reputación por sus sermones llenos de elocuencia y sabiduría. En 1544, fue nombrado arzobispo de Valencia por el emperador Carlos V, un cargo que asumió con gran reticencia, ya que prefería la vida monástica a las responsabilidades administrativas. Durante su pontificado, Santo Tomás se convirtió en un defensor de los pobres y marginados, utilizando gran parte de los recursos del obispado para ayudar a los más necesitados.
Reformó el clero, promovió una vida religiosa más austera y fundó numerosas instituciones de caridad, como hospitales y orfanatos. También se preocupó por la educación de los sacerdotes y la catequesis de los fieles, y su labor fue esencial para la consolidación de la Iglesia en Valencia tras los conflictos de la época. Su lema, “Mis pobres son mis señores”, refleja su visión cristiana del servicio y la caridad.
Santo Tomás de Villanueva fue beatificado en 1618 por el Papa Paulo V y canonizado el 1 de noviembre de 1658 por el Papa Alejandro VII. Su vida ejemplar y su dedicación a la ayuda de los pobres le valieron ser conocido como el "Padre de los pobres". A lo largo de los siglos, ha sido venerado como un modelo de generosidad y compasión.
El legado de Santo Tomás de Villanueva se ha extendido más allá de las fronteras de España. Numerosas instituciones educativas y religiosas llevan su nombre, y su obra ha influido profundamente en la tradición agustiniana y en la caridad cristiana en general. Se le recuerda especialmente por su énfasis en la justicia social y su lucha contra las desigualdades.
Hacia el final de su vida, Santo Tomás de Villanueva se retiró del cargo de arzobispo debido a problemas de salud y a su deseo de regresar a la vida contemplativa. Pasó sus últimos días en soledad y oración, alejándose de la vida pública. Aunque no sufrió un exilio en el sentido tradicional, su renuncia al arzobispado y su retiro voluntario pueden considerarse un tipo de exilio espiritual, buscando la paz y el silencio que tanto anhelaba.
Falleció el 8 de septiembre de 1555 en Valencia, dejando un legado imborrable de humildad, servicio y dedicación a los más desfavorecidos. Fue enterrado en la Catedral de Valencia, donde aún se conserva su sepulcro.