Alejandro Arcos Catalán, alcalde de Chilpancingo, Guerrero en México, fue asesinado el día de ayer, domingo 6 de octubre, tras tan solo seis días en el poder. El suceso ha sacudido a al país que enfrenta una preocupante alza de ataques contra políticos y funcionarios públicos en el país, sobre todo en estados como Guerrero, una de las zonas más afectadas por la violencia ligada a los cárteles de la droga.
La candidatura de Arcos había sido impulsada por la coalición del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), todos partidos de oposición hacia Morena. Asumió la alcaldía el 30 de septiembre de 2024 y fue decapitado en lo que se cree fue un crimen ligado a las bandas criminales y el tráfico de drogas.
Alejandro Arcos, nacido en 1981 en Chilpancingo, provenía de una familia con fuertes raíces en la sierra guerrerense. Estudió Ciencias Políticas y Administración Pública y dedicó su vida al servicio público y la política. A lo largo de su carrera, ocupó diversos cargos, entre ellos, Director de Catastro del Ayuntamiento de Chilpancingo y titular del Instituto Guerrerense para la Atención Integral de las Personas Adultas Mayores (IGATIPAM).
Arcos fue elegido alcalde tras una campaña caracterizada por la desconfianza de la ciudadanía respecto al gobierno anterior, liderado por Norma Otilia Hernández, exhibida por sus nexos con el crimen organizado. Su elección fue vista como un "voto de castigo" a Morena (partido político de la antigua alcaldesa y actual partido de Shienbaum).
En sus primeros días como alcalde, Alejandro Arcos había manifestado su intención de trabajar en estrecha colaboración con el Ejército Mexicano y otras fuerzas de seguridad para enfrentar la violencia que asolaba Chilpancingo. El asesinato de Arcos ha sido calificado como un "cobarde crimen" por el PRI, que exigió justicia inmediata y el fin de la impunidad. El propio presidente nacional del partido, Alejandro Moreno, lamentó la pérdida.
Dos días antes de su muerte, en una entrevista radiofónica, Arcos expresó que, aunque el asesinato de su secretario general, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez (ocurrido el 3 de octubre) podía interpretarse como una amenaza, él no había recibido ningún tipo de presión o advertencia directa. El cuerpo decapitado de Alejandro Arcos fue hallado en el interior de una camioneta, mientras su cabeza reposaba en el toldo del vehículo, una imagen que comenzó a circular en redes sociales.
Guerrero es uno de los estados de México más impactados por la violencia relacionada con los cárteles de la droga. Su ubicación estratégica en la costa del Pacífico lo ha convertido en un punto clave para el tránsito de drogas, tanto a nivel nacional como internacional, lo que ha desatado una lucha violenta por el control del territorio entre diversas organizaciones criminales.
Además, Guerrero es una zona montañosa y rural con áreas difíciles de vigilar, lo que la convierte en una región ideal para el cultivo de amapola, la planta de la cual se obtiene la heroína. De hecho, el estado ha sido durante años el mayor productor de amapola en México.
Entre los grupos criminales más notorios que han surgido en Guerrero se encuentran Los Ardillos, Los Rojos, El Cártel del Sur, y Guerreros Unidos, este último involucrado en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014, un caso que conmocionó a México y al mundo.
A principios de la década de 2000, grupos como el Cártel de los Beltrán Leyva y La Familia Michoacana mantenían el control de las rutas y la producción de drogas en Guerrero. Sin embargo, tras la captura y muerte de algunos de sus líderes, estos cárteles se desintegraron en grupos más pequeños y violentos, conocidos como “cárteles regionales”.