En Cádiz siempre se ha tratado la homosexualidad con mucha gracia y naturalidad, sin ofender. Hay hasta subespecies de mariquitas: de los sátiros de las dunas de Cortadura a los bujarritas de El Pópulo. Sin olvidar, claro, los autodenominados maricones de Cádiz: esa Salvaora y esa Petróleo que, como cuenta Chapu Apaolaza, lo hicieron un hombre durante su etapa profesional en la Tacita. Además, en Cádiz, cuando se sospechaba de que alguien cojeaba se le decía que a ese le cabía la torre de preferencia, en referencia al desaparecido mamotreto arquitectónico que coronaba el estadio Carranza; un campo de fútbol que albergaba una peña que se llamaba «TKBTLA».
Haciendo caso de las últimas informaciones, al mítico presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln, de habérselo cruzado un gaditano de la época por el barrio de Puntales, le habría murmurado que «ese cose pa’ la calle» o que «a ese le cabe Elcano con las velas desplegás». Afilando más la punta, podríamos concluir –tomando por cierto el hallazgo histórico– que Lincoln tuvo un affaire con el poeta Walt Withman –descrito como obsceno por sus abiertas referencias a la homosexualidad–, y de ahí reinterpretar aquellos versos épicos y patrióticos que empezaban con un «O Captain! My Captain!».
Resulta que el documental «Lover of Men: The Untold History of Abraham Lincoln», estrenado recientemente y dirigido por Shaun Peterson, en el que se examina la vida íntima del presidente más influyente de EEUU, vuelve a poner sobre la mesa –o sobre la cama– una teoría que ya destapó en 2005 el psicólogo Clarence Arthur Tripp en su libro «The intimate world of Abraham Lincoln»: el 16º presidente americano tenía amantes masculinos. Cabe mentar que Lincoln estuvo casado con Mary Todd Lincoln, con quien tuvo cuatro hijos: Tad, Edward, William y Robert. Pero, claro, lo cortés no quita lo valiente: que hubiese contraído matrimonio y dejase descendencia no es óbice para que echara de vez en cuando su canita al aire con otros hombres.
En dicho documental se cuenta cuando Lincoln llegó a Springfield, Illinois, siendo un joven abogado sin dinero. Durante cuatro años, no sólo vivió con un hombre llamado Joshua Fry Speed, sino que compartieron cama. Fue «lujuria a primera vista», dice un historiador en el metraje. «Pero se convirtió en algo mucho más que lujuria. Estoy convencido de que hay amor entre esos dos hombres» Cierto es que, como comentan otras voces críticas con la versión de «Lover of Men», entre las que se encuentra [[LINK:TAG|||tag|||63361b1459a61a391e0a19d7|||Elon Musk]], quien ha puesto el grito en el cielo como si estuvieran acusando a su presidente de algo malo como el esclavismo, decía que muchos señalan que en aquella época en Estados Unidos era práctica común que dos varones compartieran cama, como Epi y Blas, sin ser ello indicativo de nada: de hecho, ahí tenemos el caso literario de Ismael en [[LINK:INTERNO|||Article|||66db279785e3b0e491478633|||«Moby Dick»,]] quien comparte lecho, antes de embarcarse en el Pequod, con el arponero Queequeg. Y Melville, al menos explícitamente, no nos dice que pusiera a su protagonista «mirando pa’ la base de Rota», como dicen en Cádiz.