Las fuerzas gubernamentales de Mali salieron hace seis días de Kidal con destino a Tinzawaten y apenas han recorrido 100 kilómetros. Eran cientos de soldados malienses, operativos rusos y combatientes tuareg contrarios al grupo independentista conocido como Cuadro Estratégico Permanente (CSP), más de cien vehículos blindados y de transporte que avanzaban con apoyo aéreo para vengar a sus hermanos caídos en la primera batalla de Tinzawaten. Eran la que sería la prueba definitiva del poderío de Assimi Goita y de sus asesores rusos: una revancha que arrebataría además al CSP uno de sus pasos preferidos para cruzar a sus refugios en Argelia. En redes sociales se intercambiaron mordaces acusaciones entre los partidarios de uno y otro bando, y parecía que todo estaba dispuesto para el inminente enfrentamiento histórico.
Pero en África no se ajustan a los tiempos de Occidente y lo que parecía inminente no lo fue. En el desierto, el aire mueve el suelo y vuelve el entorno árido, indeciso, y pueden matar el sol, la sed, las tormentas de arena, las arenas movedizas, las serpientes y las garrapatas de los oasis, entre otras delicias. En fin, los 150 kilómetros que separan Kidal de Tinzawaten no los cruza una autopista de peajes, sino una pista de tierra que se pierde a ratos, emborronada de viento y arbustos. Todo lo que gravita alrededor de esta columna es, por añadido, hostil a ellos, algunos niños les miran como si quisieran asesinarlos; deben moverse con cautela hasta llegar a su destino. En las redes sociales se dice que las tropas gubernamentales acusan pérdidas de combustible y de falta de agua, problemas logísticos de índole diversa que han ido retrasando el avance por una razón u otra, pero al final se resume todo a que el desierto se ha abalanzado sobre el ejército de Bamako.
No es la primera vez que pasa, ni será la última. Malamente lo comprendió Cambises al perder a 50.000 hombres de camino a Siwa, igual que le ocurrió Reinaldo de Châtillon cuando corrió junto con Guido de Lusignan a enfrentarse a Saladino en los Cuernos de Hattin, allá por 1187. Reinaldo y Guido eran sendos nobles cruzados (Guido había conseguido la corona de Jerusalén un año antes y por matrimonio con la reina Sibila) que se envalentonaron con el desierto antes de enfrentarse al famoso líder egipcio para fracasar estrepitosamente. Resulta que calcularon mal la combinación entre el agua que debían traer y el calor de hierro de las armaduras, entonces tuvieron que desviarse hacia un oasis tras varios días de angustiosa marcha por el desierto. Y Saladino les esperaba allí, como un muro. Al pobre señor de Herbón y Transjordania, que fue interpretado divinamente por Brandan Gleeson en El Reino de los Cielos, le decapitaron; al rey Guido le tuvieron varios añitos encarcelado en Damasco.
Estos rumores que dicen que le falta agua al ejército de Bamako, esos vehículos pesados que no son rival para las ligeras motocicletas y los secretos que comparten los norteños con el desierto, como Saladino cuando esperó a los cruzados en el oasis al que sabía que irían a buscar el agua ansiada… dan pie a hacer paralelismos a la hora de analizar la batalla más importante de Mali en los últimos años. El desierto decide futuros, igual que las nevadas acabaron con Hitler y Napoleón. Y parece probable que el propio Sáhara está jugando ahora mismo una parte fundamental en el desenlace de la segunda batalla de Tinzawaten.
LA RAZÓN ha podido conversar con el portavoz del CSP, Mohamed Elmaouloud Ramadane, para interrogarle sobre su opinión en lo referente al desenlace de la próxima batalla. Igualmente, se procuró contactar con el departamento de comunicación del ejército maliense pero (otra vez) no se recibió ninguna respuesta. Ramadame habla con cautela al considerar que “lo que va a pasar exactamente, quién será victorioso, eso no lo sabemos, porque a la hora del combate [el resultado] es incierto. Pero estamos bien preparados para esta batalla y las que vengan después. Está claro que estamos en una guerra y batallas como estas se repetirán en muchas veces y en muchos lugares. El final no será en Tinzawaten”.
Desde ambas partes se han oído quejas debido a la proliferación de información sensible que se lleva compartiendo desde hace varios días por las redes sociales. Los medios de propaganda corren el peligro de sabotear la faceta militar de cualquiera de los dos bandos, entre que los separatistas suben fotografías y vídeos esperando a los malienses, e incluso mostrando la llegada de tropas amigas a zonas clave. Considerando que algunas de las imágenes serán eso, propaganda, viejas fotografías guardadas para ser utilizadas en el momento oportuno, otros vídeos se reconocen ciertos y dan pistas al enemigo sobre dónde, cuántos, cómo. Por eso hay quejas. Igual que dan pistas a los separatistas las informaciones que llegan sobre dónde se han detenido los malienses y por qué, alentando quejas entre los rusos. No deja de ser irónico que el plano propagandístico en el Sahel ha cubierto tanto territorio que influye de forma directa en lo militar.
Otro dato para considerar es que la inmensa columna gubernamental no se ha conseguido sin pocos esfuerzos (nótese los problemas que sufren en su avance) y que se presupone que su derrota dejaría Kidal y sus alrededores desprotegidos. No está de más considerar que una victoria de los separatistas les permitiría recuperar una parte del territorio perdido el otoño pasado. Igual que los separatistas pueden, a cambio, perder Tinzawaten y su proximidad con Argelia. Ramadame hace además énfasis en otros frutos que podría conceder una victoria para el CSP: “nos dará moral y coraje para continuar esta guerra. Los mercenarios rusos retrocederán y el ejército maliense liberará nuestro territorio”.
En lo referente a Argelia, la esperada batalla también es seguida con atención desde Argel, y tropas argelinas se han apostado en su lado de la frontera para evitar que los combates se traspasen a su territorio. Hace falta recordar que Mali y Argelia atraviesan una grave crisis diplomática en el momento actual, donde los primeros les acusan de dar cobijo al CSP mientras los otros solicitan a Naciones Unidas que ponga fin a la actividad de mercenarios rusos en el Sahel. Un paso en falso puede empeorar aún más la situación para los malienses. En definitiva, continúan los preliminares para la esperada batalla, tiempo al tiempo, al ritmo del desierto que domina las ambiciones de los contrincantes pero que parece que tiene sus favoritos. Los malienses luchan contra los separatistas y contra el desierto. No les será nada fácil salir victoriosos, aunque no lo tendrán todo perdido mientras no llegue el final.