Mañana arranca la semana de los Nobel. A lo largo del día serán revelados los ganadores del de Medicina y el de Fisiología, y hay claros favoritos para el primero.
Optar al galardón más importante del mundo en las distintas categorías es un privilegio de unos pocos, pero las probabilidades de llevarse uno a casa en el ámbito de la ciencia y la investigación aumentan si se cuenta ya con un premio Lasker, un Breakthrough, un Princesa de Asturias o un Frontera del Conocimiento.Es el caso de los científicos Joel Habener, Svetlana Mojsov y Lotte Bjerre Knudsen, responsables del descubrimiento y desarrollo de los agonistas del receptor del péptido-1 similar al glucagón (GLP-1), la familia de medicamentos que han revolucionado el tratamiento de la obesidad.
Los trabajos desarrollados por Habener y Mojsov dieron pie a la identificación y caracterización del péptido GLP-1 (glucagon-like peptide). Ambos fueron reconocidos con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024. Knudsen hizo posible el desarrollo de liraglutida, el primer medicamento con GLP-1 aprobado para una indicación de pérdida de peso.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) aprobó la liraglutida para controlar los niveles de azúcar en sangre en la diabetes de tipo 2 en 2009, y la agencia reguladora estadounidense (FDA) lo hizo al año siguiente. Esta molécula se convirtió así en el primer fármaco basado en GLP-1, y en el inicio de una nueva era de tratamientos contra la obesidad sobre cuyas aportaciones hay nueva evidencia científica casi a diario.
Estos medicamentos han supuesto una auténtica revolución. Antes de su desarrollo, los especialistas no contaban con ningún tratamiento realmente eficaz a largo plazo para la obesidad.
Además, han demostrado utilidad en muchas otras patologías, responsables de las mayores cifras de morbi-mortalidad a nivel mundial. Por ejemplo, la reducción de mortalidad cardiovascular, ya que mejoran la función mitocondrial y disminuyen el riesgo cardiovascular en personas con diabetes y obesidad. También en la prevención de la enfermedad renal crónica.
Y no son los únicos. Actualmente, se investiga si los fármacos antiobesidad como semaglutida y tirzepatida tendrían otro "super poder" adicional: suprimir la inflamación. Si los resultados son positivos, se podrían usar en enfermedades neurodegenerativas como el parkinson y el alzhéimer.
Sus competidores para el Nobel de Medicina son las investigaciones sobre los ganglios basales –partes del cerebro asociadas al control de la motricidad y las emociones– y el hallazgo de la huella genética, que permitió comprender mejor el desarrollo de los mamíferos.
La edición de 2023 recompensó el trabajo de la investigadora húngara Katalin Kariko y de su colega estadounidense Drew Weissman por el desarrollo de las vacunas basadas en el ARN mensajero, decisivas en la lucha contra la covid.