El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
San Froilán nació alrededor del año 833 en Lugo, en el reino de Galicia, España. Desde joven, mostró una inclinación por la vida religiosa y, al alcanzar la madurez, decidió retirarse como ermitaño en el monte Curueño, en la región de León. Fue conocido por su profunda piedad y austeridad, lo cual atrajo a muchos discípulos. Junto con su amigo San Atilano, se dedicó a la evangelización y a la reforma de la vida monástica, fundando varios monasterios en el norte de la península ibérica.
En el año 900, su reputación llegó a oídos del rey Alfonso III de Asturias, quien lo nombró obispo de León. Aunque inicialmente se mostró renuente a aceptar el cargo, Froilán finalmente accedió, convirtiéndose en un modelo de santidad y liderazgo pastoral. Durante su pontificado, se dedicó a fortalecer la disciplina eclesiástica, promover la vida monástica y ayudar a los más necesitados. También contribuyó a la reconstrucción de iglesias y a la consolidación de la diócesis de León, que en ese momento era una región de gran importancia religiosa y política.
San Froilán fue canonizado poco después de su muerte, debido a su gran popularidad y a los milagros atribuidos a su intercesión. La iglesia lo considera como el patrono de la diócesis de León y de la ciudad de Lugo. Su fiesta se celebra el 5 de octubre, día de su muerte. A lo largo de los siglos, su memoria se ha mantenido viva gracias a las tradiciones locales, como las festividades en honor a San Froilán que se celebran anualmente en la ciudad de León, atrayendo a miles de peregrinos y visitantes.
El legado de San Froilán también se manifiesta en su influencia en el movimiento monástico de su época, habiendo revitalizado el monacato en el norte de España y dejado una huella duradera en la espiritualidad de la región. Varias iglesias y monasterios llevan su nombre en reconocimiento a su labor pastoral y su ejemplo de vida cristiana.
Durante el período de su vida eremítica, San Froilán se retiró a regiones apartadas debido a las tensiones políticas y religiosas de la época, buscando una mayor cercanía con Dios y huyendo de la fama que iba adquiriendo. A pesar de este exilio voluntario, muchos acudían a él en busca de consejo espiritual y guía. Froilán continuó predicando y evangelizando, adaptándose a la soledad de los lugares en los que se asentaba y aprovechando este retiro para llevar una vida de oración profunda y sacrificio.
Froilán falleció el 5 de octubre del año 905, siendo obispo de León, en medio de una gran veneración por parte del pueblo. Sus restos se encuentran en la catedral de León, donde es venerado como un santo que dedicó su vida a servir a la Iglesia y al prójimo.