En casi 30 años de carrera, Luis Piedrahita apenas ha cambiado. Quizá su pelo, signo inconfundible de este mago y humorista, se haya refinado. "Ahora es más cortito", dice. Lo que no ha variado ni un poco es su forma de atusarse la melena. Ese gesto caricaturesco nace solo: "Nada de lo que he hecho jamás obedece a un plan maestro. Ni las gafas, ni el pelo, ni siquiera este cuerpo de lombriz atropellada", ríe.
Lo que sí está planificado es la tarta/groguera con la que Piedrahita aparece en el cartel de su nuevo "show", 'Apocalípticamente correcto' (en el Teatro La Latina). "El 'show' invita a tomarse poco en serio la solemnidad". Pasa de ponerse erudito, de engolar la voz y de levantar la barbilla como dándose importancia. Es "uno que se come la propia solemnidad cuando nadie mira", apunta.
−Le veo con la nariz manchada de blanco...
−Me han dicho que puede que sea el único que salga así en un cartel y que nadie sospeche, pero porque mi humor es tan fino y blanco que casi se puede esnifar.
[[QUOTE:PULL|||"Nada de lo que he hecho jamás obedece a un plan maestro"|||Luis Piedrahita]]
El humorista se define como "un perrillo pequeño", como una furia apocalíptica contra un calcetín. Entiende que ahí debe dar una batalla en la que despierta la ternura del Quijote contra los molinos.
−¿Se mueve bien en el surrealismo?
−Es un mundo onírico. Es coger lo que se toca y romperlo, y eso que lo que tocamos ahora nos viene bastante roto. Habría que convertir el surrealismo en realismo. Si los políticos empiezan a hacer comedia, los cómicos deberíamos empezar a hacer política.
−¿Por quién lo dice?
−Por los míos...
−Pocos se libran de esas predicciones apocalípticas, ¿no?
−Lo maravilloso es que cada uno sabe que es por "los otros".
−¿Y son tiempos apocalípticos?
−Vivimos entre el apocalipsis y la corrección. Somos extremadamente correctos en un mundo tremendamente apocalíptico. Es con lo que nos ha tocado lidiar. El título del espectáculo es un oxímoron porque lo apocalíptico no puede ser correcto y viceversa. Por eso el "show" habla de las contradicciones a las que nos enfrentamos.
[[QUOTE:PULL|||"Somos extremadamente correctos en un mundo tremendamente apocalíptico"|||Luis Piedrahita]]
−¿Cuál ha sido su última contradicción?
−Precisamente este estreno, que me apetecía mucho hacerlo en Madrid, pero, al mismo tiempo, me muero de miedo. Es un conflicto interior, aunque sea el mejor espectáculo que he hecho hasta el momento.
−Eso se dice siempre...
−Pero no lo digo como algo bueno, sino malo. En mi caso, como en el resto de los cómicos de mi generación, el único al que quieres superar es a ti mismo. Mi "show" solo tiene que ser mejor que el anterior. Me he pasado este tiempo aterrado por escribir algo mejor que 'Es mi palabra contra la mía'. Me retiré un año a pensarlo y otro a escribirlo. Creo que lo he conseguido, pero con la lengua fuera. Estoy rascando con la cuchara el fondo del yogur. Y ahora vivo con terror por el día que tenga que escribir algo mejor que 'Apocalípticamente correcto'.
−Es un lujo eso de estar año en barbecho.
−Alguna vez me he puesto a escribir sin pensarlo y pierdo mucho tiempo. Es mejor tramar todo el armazón y, cuando tienes todo claro, ponerte a escribir. Si no sabes hacia dónde vas te pierdes; tienes montañas de chistes sin ordenar. Cuando sabes a dónde vas ya puedes coger el todoterreno, el Ferrari o la lancha.
[[QUOTE:PULL|||"Cuando la libertad de expresión no existe es cuando no se habla de ello. Y no se habla de otra cosa, por tanto, existe"|||Luis Piedrahita]]
−¿Con tanta planificación, no pierde la frescura?
−Siempre hay que escuchar al público. Por eso me obligo a dejar huecos en el guion para improvisar, porque si no empiezas a repetir sin pensar y, al final, los accidentes de tráfico se tienen en la carreteas que conoces. Te confías.
−Se ahoga el que sabe nadar, dicen.
−Porque el otro no se lanza. Obligarme a improvisar me hace estar en alerta, no bajar la guardia. Y eso también me divierte.
−¿Tiene la sensación de que esta época vivimos, o nos hacen vivir, al borde del abismo?
−Sí, pero es espectáculo no va por ahí, es esperanzador. No es nada político. En mis "shows" jamás he hablado de política ni actualidad; ni siquiera de un cantante, un torero o personajes del momento. Corres el riesgo de que el texto te caduque en las manos. No me preocupa hablar del momento, sino de lo de siempre.
[[QUOTE:PULL|||"Jamás he hablado de política ni actualidad. Se corre el riesgo de que el texto te caduque en las manos"|||Luis Piedrahita]]
−Aprovechando lo de siempre, un clásico: ¿existe la libertad?
−¿Está todo escrito o no? La filosofía dijo en el determinismo que todo estaba escrito. La ciencia aspira a anticipar la incertidumbre leyendo las leyes de la naturaleza. Y si todo está escrito, la libertad no existe, como la culpa y los méritos. Parece turrón del duro, pero todo eso late debajo de este "show". La leche de soja, el vello público, la lluvia... todo sirve para explicar ese problema. No daremos respuestas, pero sí abriremos la cabeza a más preguntas.
−¿Y hoy somos más libres que hace diez años?
−Es el gran debate, sobre todo respecto a la libertad de expresión. Pero la verdad es que cuando esta no existe es cuando no se habla de ello. Y no se habla de otra cosa, por tanto, existe. Lo que sucede es que hay una sofisticación en la sensibilidad. Debe existir responsabilidad: cuando uno habla de libertad deja a un lado la parte que más le molesta. Que cada uno haga lo que quiera, pero que apechugue con las consecuencias. Debería haber un carné por puntos de la libertad de expresión. Decir en un tanatorio, sobre la muerta, "yo la veo más guapa", lo mismo te quitaba algún punto.
−¿Ahí están los límites del humor?
−El humor es un límite, tiene un pie en la realidad y otro en la ficción.
−Según la sinopsis, Luis no le teme a nada. ¿Es cierto?
−A nada de lo que se mencione en este espectáculo.
[[QUOTE:PULL|||"Si te ven venir el chiste no hay humor"|||Luis Piedrahita]]
−¿Qué tienen que ver las anguilas eléctricas, el vello púbico, la leche de soja, la lluvia o la libertad de expresión?
−Son excusas domésticas para hablar de grandes temas, como la liberta o los dos motores que hacen que la gente haga cosas: el miedo y la esperanza. El miedo bloquea, ata, espanta la risa; y la risa espanta al miedo. La esperanza es lo contrario. Miedo es creer que algo malo va a pasar y esperanza es creer que algo bueno va a pasar.
−¿Cuándo el monologuista se comió al mago?
−Nunca. Todo lo que sé de la magia lo aplico en los espectáculos de humor. Tienen estructuras parecidas: hay que sorprender al público con una resolución sorpresa, inesperada. En ninguno de los dos campos te pueden ver venir porque si no se hace un cortocircuito intelectual. El humor es sorpresa. Si te ven venir el chiste no hay humor.