El Gobierno israelí prohibió ayer la entrada en el país al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tras declararle «persona non grata». El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, subrayó que Guterres no había condenado «inequívocamente» el ataque iraní contra Tel Aviv y Jerusalén de la noche del 1 de octubre.
El jefe de la diplomacia israelí, que recordó ayer públicamente que el portugués tampoco había denunciado el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2003, afirmó que Guterres «no merece poner un pie en suelo israelí». El ministro añadió que el secretario general de la ONU –al que describió como un «antiisraelí que brinda apoyo a terroristas, violadores y asesinos»– será «una mancha de la historia de la ONU».
Poco después de la agresión iraní de la noche del martes –200 misiles fueron lanzados sobre territorio israelí–, Guterres emitió un comunicado en el que condenaba «la expansión del conflicto en Oriente Medio», aunque en su texto no se hacía alusión a Teherán ni a su ataque.
Ayer, Guterres salía al paso de las críticas lanzadas por Israel sobre su supuesta equidistancia respecto al ataque, y defendía que su condena al régimen iraní era «obvia» en el contexto de su comunicado. «Como hice en relación con el ataque iraní de abril, y como debería haber sido obvio ayer [por el miércoles] en el contexto de la condena que expresé, vuelvo a condenar enérgicamente el ataque masivo con misiles de ayer de Irán contra Israel», afirmó el secretario general de Naciones Unidas durante la reunión del Consejo de Seguridad convocada para analizar la situación en Líbano.
El de las últimas horas no es el primer enfrentamiento entre Tel Aviv y Naciones Unidas. También hubo choques entre Israel y la ONU a propósito del papel de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, la UNRWA. En enero pasado, las autoridades israelíes aseveraron que varios miembros del personal de la agencia estuvieron involucrados en el ataque del 7 de octubre.
La acusación no es del todo cierta, porque Guterres ha estado condenando todas y cada las acciones que han llevado a una escalada del conflicto. Una de sus últimas publicaciones sobre la situación en Oriente Medio fue hace menos de 24 horas. Guterres condenó los ataques que suponen una «ampliación del conflicto de Oriente Medio con una escalada tras otra», y añadió que «debe terminar».
A continuación, tomaba la palabra el representante de Francia, François Delattre, que pedía a las partes una tregua, y que aceptaran el plan de alto al fuego en la que EE UU y sus aliados están trabajando. Reino Unido volvía a hacer hincapié en que Israel tiene derecho a defenderse. «Debemos poner fin al ciclo de violencia. Irán y sus aliados deben actuar con contención y alejarse del precipicio». «No podemos dejar que Líbano se convierta en otra Gaza». En la misma línea fueron los argumentos de la representante de EE UU, que tampoco mencionó los ataques previos de Israel a Irán, pero sí insistió en que el Consejo de Seguridad debe condenar a Irán por «lanzar cerca de 200 en un ataque no provocado a otro Estado miembro del organismo. Irán, de alguna manera, es cómplice de los atentados del 7 de octubre por su apoyo al grupo terrorista Hamás».
En su carta pidiendo la convocatoria de emergencia del Consejo, Danny Danon, el embajador de Israel ante la ONU, acusaba a Irán de intentar destruir a Israel «con un anillo de fuego desde siete frentes», e instaba al organismo a condenar al país, designando a la Guardia Revolucionaria Islámica una organización terrorista.
Mientras, los países del G7, convocados de urgencia ayer para tratar la situación en Oriente Medio, expresaron su «rotunda preocupación por la escalada de las últimas horas» y advirtieron de que «un conflicto regional no interesa a nadie», por lo que han abogado por seguir avanzando hacia una «solución diplomática» que «aún es posible».
Convocados por la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, que ejerce la presidencia de turno, los Gobiernos de las siete potencias subrayaron en una reunión telemática su «firme condena» al ataque iraní, según un comunicado breve difundido por el Gobierno italiano. «En un contexto que cambia constantemente», se comprometieron a favorecer una reducción de las tensiones.