El expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont no se va del alto mando de Junts. En su entorno esperaban que se presentara al próximo congreso para ganar y afianzar un «poder total», y así será, con su entrada en la estructura orgánica del partido, confirmada ayer por este diario. Aunque ayer apeló a la renovación de liderazgos en Junts para gestionar la oposición al socialista Salvador Illa, aprovechando el cónclave que celebran los días 25, 26 y 27 en Calella (Barcelona), esa regla no se la aplica a él mismo.
Puigdemont pretende continuar al frente de la organización y con poder sobre todas las decisiones ejecutivas. El expresidente catalán parece que está asumiendo que le queda todavía por delante un largo tiempo en Waterloo porque la amnistía tiene aún por delante el obstáculo de hacer frente a la oposición del Tribunal Supremo y al recurso que éste ya ha anticipado que interpondrá ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) si el Tribunal Constitucional decide en contra del criterio fijado por ellos.
En un reciente auto, el Supremo ha vuelto a manifestar su oposición a que la amnistía se aplique al delito de malversación, lo que afecta a Oriol Junqueras, al no liberarle de la pena de inhabilitación que mantiene tras el indulto, y del que también está acusado Puigdemont.
A pesar de que el desarrollo de la amnistía no avanza conforme a lo que esperaban, o decían esperar, la renovación a la que ayer se refirió Puigdemont no implica, en ningún caso, que en su cabeza esté ajustarse al guion que Moncloa viene anticipando.
La teoría de Moncloa es que la «debilidad» del independentismo, al quedarse fuera de la Generalitat y perder apoyos sociales, obliga a los dos partidos, a Junts y a ERC, a revisar su estrategia para orientarla hacia un mayor compromiso con la moderación y el pragmatismo.
Salto hacia adelante
Sin embargo, la realidad es que Puigdemont y su equipo no están preparando el congreso de finales de mes precisamente en esos términos. Creen que la salida a esta encrucijada es un salto hacia adelante, que exige más visualización de su compromiso con la independencia y aglutinar el voto soberanista por el vacío que deja ERC con su crisis interna y su apuesta por facilitar el ascenso socialista a la Generalitat . El pulso con los republicanos se deriva hacia ese flanco, con la intención de tensar la cuerda en Cataluña y también en España.
La ordenación de la agenda del congreso de Junts también confirma que la intención es revisar al alza las exigencias a Pedro Sánchez, a pesar de que este objetivo choca con el problema de que los incumplimientos de compromisos que se acumulan restan credibilidad a esta apuesta estratégica. A Puigdemont le es cada vez más difícil justificar ante los suyos que no les está pasando lo mismo que tanto criticó a ERC, aquello de que se habían vendido por un plato de lentejas. Las comisiones de investigación parlamentaria sobre los atentados en Barcelona siguen sin nacer; en Europa no se habla ni se hablará en catalán; y los cambios en el modelo de financiación, o el cupo catalán, no se lo creen ni sus promotores. Dentro de este abanico de promesas no materializadas, Puigdemont tiene que sortear la frustración de sus bases y hacerla compatible con su necesidad de seguir jugando para hacer valer sus siete votos en el Congreso.
Por otro lado, si Puigdemont tuviera alguna opción de intervenir en el congreso que celebra ERC en noviembre, en su entorno aseguran que apoyaría a la facción que lidera Marta Rovira en lugar de la de Oriol Junqueras. Entre los dos protagonistas del «procés» no hay manera de recuperar los puentes volados, pero tampoco mejorará la relación si se confirmase la jubilación de Junqueras: Puigdemont defiende que ha llegado la hora de que sea su partido el que coja las riendas, en solitario del movimiento independentista. Las bases tendrán la oportunidad formal de votar la posición de Junts en los pactos con el PSOE, pero ahí el resultado no se saldrá tampoco, en ningún caso, de lo que desee el expresidente de la Generalitat. Y sobre esta votación sobrevolarán el techo de gasto y los Presupuestos de 2025.
Mientras, Puigdemont intervino ayer en unas jornadas de trabajo que el grupo de Junts en la Cámara catalana celebra este miércoles y jueves en Waterloo (Bélgica) para preparar las líneas estratégicas del curso político.