El Gobierno encara la negociación de los Presupuestos con mayor optimismo que hace una semana. Hace siete días, los socialistas estaban preparando el terreno para una nueva derrota en el Congreso de los Diputados con el fracaso del techo de gasto y ahora se preparan para afrontar la negociación con Junts con otras garantías. «Todo es posible», señalan en Moncloa.
En el Ejecutivo decidieron asumir el coste político de retirar la votación de la senda de estabilidad del orden del día del Pleno para dar una «oportunidad al diálogo» y volver a sentarse con los de Carles Puigdemont. Un nuevo giro de guion. Porque en el Gabinete ya habían desplegado el argumentario de desdramatizar la prórroga presupuestaria y desviar toda la responsabilidad de su fracaso con el techo de gasto hacia el PP, acusándole de arrebatar a sus comunidades autónomas casi 12.000 millones de euros en inversión para servicios públicos.
En Moncloa vieron un resquicio para el acuerdo y decidieron explorarlo, conscientes de que pese a la pretendida autonomía que Pedro Sánchez predica de sus socios, una legislatura sin presupuestos está herida de muerte. Volver a la mesa de negociación, no obstante, ha hecho saltar el calendario por los aires. El Gobierno sabe que le espera un «otoño caliente» por delante, hasta que pasen los procesos congresuales de Junts y ERC, y aguardará hasta finales de noviembre para no dar pasos en falso. Así lo aseguró el propio presidente desde Nueva York. «El Gobierno no hace política sobre el vacío», señaló, en relación a medir cuidadosamente los tiempos.
Lo que más preocupa en el Ejecutivo es la pugna existente entre ERC y Junts, que quedó en evidencia la semana pasada en el duro rifirrafe dialéctico que protagonizaron los diputados Gabriel Rufián y Josep María Cruset durante el debate de la financiación autonómica. Esa lucha independentista por la hegemonía del espacio y por la rentabilidad electoral de las medidas que le arrancan al Gobierno no beneficia en nada a la negociación, pues en el Ejecutivo creen que conlleva que ambas formaciones compitan en una escalada de peticiones para dar respaldo a sus propuestas que acaba encareciendo el precio de cada uno de los apoyos.
En este sentido, la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, advirtió ayer al Gobierno de que «si se quiere aprobar otra senda de estabilidad» y desea «avanzar» deberá presentar «una propuesta que realmente mejore las condiciones de Cataluña y de los catalanes». «Si se cumple con Cataluña, nosotros también lo hacemos», señaló, con un recordatorio: «Nosotros no especulamos. Nosotros valoramos las cosas en función de los hechos. Y aquí hay un hecho irrefutable, que es que el Gobierno español retiró la senda de estabilidad, y lo hizo a pesar de que todos esos especuladores decían que no había alternativa».
En los prolegómenos del séptimo aniversario del 1 de octubre, el Gobierno anticipa una retórica encendida por parte de sus socios y esperará a que amaine el temporal en fechas más propicias. «Poner urnas no es ni será nunca un golpe de Estado», aseguró Nogueras, que apuntó al referéndum ilegal del 1O como «un acto de democracia». En el momento más bajo del independentismo, en el que ha perdido la mayoría social y electoral, con un presidente de la Generalitat socialista, desde Junts se reivindican. «Aún estamos aquí, y el 1 de octubre pone de manifiesto una forma de hacer muy concreta, que es la forma de hacer del pueblo de Cataluña», señaló, criticando a los que definen de golpismo el 1 de octubre. «Poner urnas no es ni será nunca un golpe de Estado».