Las amas de casa que no han cotizado o lo han hecho de forma insuficiente para acceder a una pensión contributiva, pueden optar a una pensión no contributiva de jubilación. Aunque no hayan trabajado formalmente, el Estado les ofrece opciones para que no queden desprovistas de apoyo económico en su vejez.
La pensión no contributiva de jubilación está dirigida a quienes no han alcanzado los requisitos para obtener una pensión contributiva. Esta prestación la gestiona el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) y las comunidades autónomas.
Los requisitos para acceder a esta prestación son:
Si se convive con familiares, el ingreso máximo permitido se ajusta según el número de convivientes:
La cuantía de la pensión no contributiva es de 7.250,60 euros anuales en 2023, lo que se traduce en 517,90 euros al mes distribuidos en 12 pagas mensuales más dos extras en junio y noviembre.
En el caso de las amas de casa que sí han cotizado, aunque sea de manera parcial, pueden acceder a una pensión contributiva de jubilación. Para ello, deben haber cotizado al menos 15 años en alguno de los regímenes de la Seguridad Social. Este tipo de pensión está disponible para quienes han trabajado de manera remunerada mientras combinaban el cuidado del hogar.
La cuantía de la pensión contributiva se calcula en base a las cotizaciones acumuladas a lo largo de la vida laboral. La base reguladora, que normalmente coincide con el salario del trabajador, se utiliza para determinar la pensión. Para los primeros 15 años cotizados, se aplica un 50% de la base reguladora. A partir del año 16, la cuantía se incrementa gradualmente en función de los meses cotizados adicionales.
En resumen, las amas de casa tienen la opción de solicitar una pensión no contributiva si no han cotizado, o una contributiva si han combinado su labor doméstica con trabajos remunerados.