Consciente de la falta de buenas perspectivas en el frente, y ante el riesgo de que decaiga la ayuda militar de algunos aliados clave, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, trabaja en una hoja de ruta unilateral que aspira a poner fin a la guerra este mismo otoño y lo fía todo a la presión internacional sobre Rusia para lograr la paz en términos aceptables para Kiev.
A través de pequeñas píldoras de información que periodistas y analistas tratan de encajar como si se tratara de un puzle, el presidente ucraniano ha ido dando detalles de una agenda que por ahora tiene su elemento más sólido en el llamado ‘plan para la victoria’ que Zelenski ha empezado a compartir con su socio clave.
“He construido este plan sobre la premisa de que puede hacerse realidad gracias a nuestros socios, no gracias a la voluntad o la falta de voluntad de la Federación Rusa”, dijo el presidente ucraniano en una entrevista concedida la semana pasada, días antes de que afirmara que la guerra puede acabar este mismo otoño si los aliados de Ucrania presionan lo suficiente al Kremlin ofreciendo apoyo militar adicional a Kiev.
Según reveló en su discurso a la nación de este domingo, Zelenski desveló algunos detalles del ‘plan para la victoria’ a la delegación de congresistas de EEUU con la que se reunió este fin de semana en un foro económico en el que participó en Italia.
Zelenski habló por primera vez de este ‘plan de la victoria’ el 27 de agosto, cuando explicó que tiene previsto presentar este documento al aún presidente de EEUU, Joe Biden, y a los candidatos republicano y demócrata a sustituirle, Donald Trump y Kamala Harris, en las elecciones de noviembre.
Según explicó entonces el líder de Kiev, su idea es entregar el documento a los tres este mes de septiembre. “El punto principal de este plan es obligar a Rusia a poner fin a la guerra”, señaló.
Una de las principales bazas para conseguirlo, dijo, será el éxito de la operación ucraniana en la región rusa de Kursk, donde Kiev controla unos 1.300 kilómetros cuadrados un mes después de que lanzara su ofensiva transfronteriza.
“Parece que la intención detrás de la operación de Kursk era forzar a Moscú a enviar tropas allí desde el Donbás, reforzar la moral en el país y, quizá, forzar a Putin a negociar”, dice a EFE el analista ucraniano Volodímir Dubovik. “Pero parece que no está funcionando. No parece que Putin esté cediendo. Parece que está preparado para una guerra larga”, remacha.
Además de la posibilidad de un intercambio de territorios ocupados entre Kiev y Moscú, el plan tiene una vertiente económica y propuestas sobre el papel que ha de desempeñar Kiev en la arquitectura internacional de seguridad, según explicó Zelenski. El cuarto pilar del documento detalla las medidas a adoptar para que Rusia ponga fin a la agresión militar contra Ucrania.
En paralelo a la presentación de este plan ante sus socios, Kiev prepara la organización antes de final de año una segunda Cumbre de la Paz a la que -a diferencia de lo que ocurrió en la primera edición de esta cita, celebrada en junio en Suiza sin representación de Rusia- se plantea invitar a la Federación Rusa.
De las declaraciones de Zelenski y otros portavoces ucranianos se desprende que el objetivo de esta segunda cita es que el mayor número de países posible presione a Rusia para que acepte una paz en los términos propuestos por Kiev en el documento -que podría ser o no el llamado ‘plan para la victoria’- que presente en la cumbre.
De la eficacia de esta presión depende en gran medida la postura que tomen potencias cercanas a Rusia como China o la India. Kiev las corteja con insistencia, pero por ahora no se han mostrado dispuestas a utilizar su influencia sobre Moscú para forzar a Rusia a retirarse total o parcialmente de Ucrania como pide Zelenski.
Los empeños de Zelenski por buscar salidas a un conflicto que parece estancado coinciden con el auge en los sondeos del porcentaje de ucranianos dispuestos a aceptar una negociación con Rusia.
Preguntado sobre el estado de ánimo de la sociedad ucraniana, el sociólogo Andrew Chernousov habla de dos fenómenos. Por un lado crece el número de quienes quieren poner fin mediante el diálogo al drama personal que les ha supuesto la guerra, pero la factura de la invasión rusa es ya demasiado alta para algunos ucranianos, que verían el compromiso como una traición.
“Sentirían que haber perdido sus casas, a sus familiares, haber tenido que sacrificar sus vidas es en vano”, señala en referencia a este segmento de la población.