Desde las ocho de la mañana de ayer, Michel Barnier no paró de trabajar. Es su primer día como primer ministro de Francia y todo está por hacer. En su despacho del palacio de Matignon, la primera cita fue con los miembros de su propio partido conservador, Les Républicains: el presidente del grupo en el Senado, Bruno Retailleau, el jefe de bancada en la Asamblea Nacional, Laurent Wauquiez, y el presidente del Senado, Gérard Larcher.
No hubo grandes anuncios pero sí una declaración más bien prudente: el partido plantea una evaluación general del programa de gobierno de Michel Barnier – del cual no se conoce ni una letra hasta ahora- para decidir si se apoyan el tren ministerial y la hoja de ruta que debe anunciar en los próximos días.
Los puntos cruciales son: poder adquisitivo, finanzas públicas, inmigración y seguridad. «Queremos sacar a Francia del punto muerto y hemos dicho que asumiremos nuestras responsabilidades. Pero solo lo haremos sobre la base de un programa que garantice responder a las preocupaciones de los franceses», explicó Wauquiez al salir de la reunión.
Los encuentros fueron encadenándose con las horas: el segundo en ser recibido fue nada menos que Nicolás Sarkozy, el último presidente de derecha que ha tenido Francia. Recordemos que Barnier fungió como ministro de Agricultura y pesca entre 2007 y 2009, durante el segundo mandato de Sarkozy, por lo que los dos hombres se conocen bien. ¿Fue el expresidente un impulso definitivo en el nombramiento de Barnier? Su presencia en el palacio del Elíseo apenas dos días antes sugiere que sí. En todo caso, para Sarkozy es un triunfo aplastante que un miembro de su familia política ocupe el puesto de primer ministro cuando, en realidad, su partido alcanzó apenas un 6,76 % de los votos en las elecciones legislativas de julio. De la reunión de Barnier con Sarkozy no hubo conclusiones específicas.
De su encuentro con la bancada macronista, encabezada por su predecesor, Gabriel Attal, tampoco. Las únicas frases que el nuevo primer ministro pronunció ante la prensa son vagas y dan cuenta de un optimismo algo exacerbado: «Las conversaciones con las fuerzas políticas van muy bien y están llenas de energía»– dijo Barnier, sin anunciar algún tipo de encuentro con el bloque de izquierdas, el Nuevo Frente Popular, que es aún el más votado de los comicios y que ostenta una mayoría relativa en la Asamblea Nacional. Tampoco ha anunciado una reunión con la extrema derecha de Reagrupación Nacional, que se ha convertido ahora en la tercera fuerza política de Francia.
¿Siguiente encuentro al mediodía? Quizás el más importante: una conversación con Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo. En este sentido, todo apunta a que el presidente de la República, sin dejar de tener un ojo vigilante sobre su gestión, se prepara para otorgar libertad a Michel Barnier. Hay cuatro decisiones que lo prueban: la eliminación de los asesores compartidos entre la presidencia y la jefatura de gobierno, el fin de la participación del Elíseo en las reuniones interministeriales, el retiro de la presidencia en el nombramiento de los directores del gabinete gubernamental de Barnier y el fin de la reunión semanal de los lunes organizada por Alexis Kohler, secretario general de la Presidencia, con el premier y los jefes de los grupos parlamentarios del campo presidencial.
Barnier no se detiene y tras almorzar durante una hora y media con Macron, recibe al antiguo primer ministro, Jean Castex. Esto como parte de una serie de encuentros con sus predecesores que se extenderá al fin de semana: Elisabeth Borne, el sábado, y Edouard Philippe, el domingo. También almorzará con la presidenta de la Asamblea Nacional y diputada del partido oficial, La République en Marche, Yaël Braun-Pivet.
Las reuniones se multiplican y las consultas avanzan pero el camino parece durar aun varios días para que Barnier logre formar gobierno. El lunes 9 de septiembre está previsto el regreso de los diputados a la Asamblea Nacional, ya con la nueva distribución de escaños obtenida en julio. Sin embargo, no está garantizado que ese día se haga el anuncio de un tren ministerial.