Don Antonio Coluccia, el sacerdote italiano que desde hace años vive bajo protección policial por las múltiples amenazas que recibe por parte de organizaciones criminales, fue víctima el domingo de un «violento ataque mafioso» en Roma, en el barrio de Quarticciolo, donde participaba en una marcha contra la delincuencia y el narcotráfico. Así lo anunció Luisa Regimenti, consejera de seguridad de la región del Lacio, quien expresó su «total solidaridad» con el sacerdote de Salento, de 47 años, activo desde hace tiempo en los suburbios romanos.
«Estoy segura de que Don Coluccia no se dejará intimidar, sino que multiplicará sus esfuerzos para devolver la dignidad y la esperanza a los muchos ciudadanos decentes que viven en el barrio. La acción de Don Coluccia y de todos los que luchan contra el poder excesivo de las organizaciones criminales que dirigen el tráfico de drogas es fundamental, estaremos a su lado en esta batalla por la libertad, la legalidad y el renacimiento de los suburbios romanos contra todas las mafias», declaró Regimenti.
Durante la agresión que recibió, con tablones, botellas y palos, los testigos escucharon que alguien desde una ventana gritó: «Se os acaba el tiempo, os vamos a matar». «Volveré. Me comprometo a servir a la ciudad», respondió Coluccia a las preguntas del diario Roma Today, tras hacerse pública el martes la noticia de la agresión. «Siempre lucharé por la justicia para los ciudadanos honrados que residen en este barrio. El domingo me detuve a hablar con unos jóvenes y entonces ocurrió lo que ocurrió. La situación aquí es terrible». Y añadió: «Es mi deber concienciar a la gente en zonas asoladas por la droga, el abandono y la decadencia».
El sacerdote, conocido y respetado por convertir la casa confiscada a un capo de la mafia en un hogar para pobres y drogadictos, entre otros motivos, ya ha sido objeto en el pasado de agresiones o amenazas de grupos criminales. Las advertencias violentas comenzaron en 2014, cuando la mafia vandalizó su casa y su coche.
En junio de 2015, dos hombres abrieron fuego contra el religioso, sin alcanzarle pero hiriendo levemente a un transeúnte. Y en agosto de 2023, un hombre intentó atropellarlo con una scooter en Tor Bella Monaca, un barrio pobre de las afueras de Roma. El agresor fue detenido posteriormente por intento de asesinato. Además, el invierno pasado, en el mismo barrio, se incendiaron contenedores de basura a pocos metros de donde se esperaba que estuviera el padre Coluccia.
No es el único afectado. Decenas de sacerdotes de toda Italia han sido víctimas de atentados e intimidaciones por parte de la mafia. Por ejemplo, el padre Maurizio Patriciello vive bajo protección policial desde que una bomba, acompañada del mensaje «fuera de nuestro camino», estalló el pasado mes de febrero junto a la puerta de su iglesia en Caivano, localidad situada a las afueras de Nápoles. La amenaza fue la respuesta de la Camorra a la lucha de Patriciello contra los vertidos ilegales de residuos tóxicos de la organización mafiosa en las tierras de cultivo de la región de Campania, en el sur de Italia.
El padre Luigi Ciotti, otro clérigo antimafia, vive escoltado por la policía desde hace más de una década. El sacerdote fundó la organización Libera, que identifica y recoge bienes confiscados a la mafia y les da un uso humanitario. Como dijo una vez al FBI el mafioso siciliano Marino Mannoia, los miembros de la mafia se consideran impunes –incluso ante Dios–, pero temen a una Iglesia que interfiera en sus negocios o señale la incompatibilidad entre el crimen y el Evangelio.
En 1993, el padre Pino Puglisi condenó a la mafia en Palermo. Fue asesinado el 15 de septiembre de 1993, cuando cumplía 56 años, y beatificado en 2013. En marzo de 1994, el padre Giuseppe Diana fue asesinado por la Camorra en Casal di Principe, cerca de Nápoles.