Con la llegada del final del verano y de la vuelta a la rutina, es normal querer buscar lugares a los que escapar después de una semana de trabajo. Los fines de semana deben ser de relajación, para disfrutar en familia o con amigos, y para salir a descubrir rincones alejados del agobio y de la rutina que pueden representar las grandes metrópolis como Madrid o Barcelona.
Así, lo más habitual es que los trabajadores se escapen algún fin de semana al mes de estas grandes ciudades, tratando de huir del agobio que se vive en ellas, así como de la cotidianeidad. Para ello, los destinos preferidos suelen ser los costeros o de interior, ya que, aunque las temperaturas pueden ser similares a las de los grandes núcleos urbanos, ofrecen ese espacio de desconexión que todos necesitamos.
Sin embargo, cada vez son más las personas que optan por huir de estos destinos populares y prefieren la tranquilidad de los pueblos, especialmente de los situados en el norte peninsular, en comunidades como Galicia, Asturias o Cantabria. Allí, aunque puede que en otoño e invierno las temperaturas y las lluvias no acompañen, el día a día es mucho más relajado que la vida en la ciudad, lo que unido a la tranquilidad de estar rodeado por vegetación, ha hecho que se disparen los viajes al mundo rural.
El pueblo más bonito para vistitar este mes de septiembre está en Cantabria, y es Santillana del Mar. A este pueblo se le conoce como "la villa de las tres mentiras", ya que ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Sin embargo, está rodeado de naturaleza y ofrece una experiencia inigualable por su esencia medieval que, sin duda, hace de este sitio un lugar ideal para desconectar durante unos días.
Bañada por la historia y el arte, esta villa, declarada conjunto histórico-artístico desde finales del siglo XIX, en 1889, es un tesoro de Cantabria. Además, su proximidad con la mítica cueva de Altamira, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la convierte en un destino imperdible para los amantes de la cultura y la naturaleza.
La villa creció alrededor de la Colegiata de Santa Juliana, un magnífico ejemplo del románico cántabro del siglo XII. Su claustro, con sus arcos de medio punto y capiteles historiados, es una joya arquitectónica que no deja a nadie indiferente.
Además, la villa de Santillana del Mar es un conjunto arquitectónico sin igual, ya que cuenta con edificaciones de la época medieval, por su pasado histórico, y del barroco. Así, es durante la Alta Edad Media cuando se inicia la evolución demográfica, urbanística y artística de Santillana del Mar que la ha llevado hasta nuestros días.
"El desarrollo urbanístico se produce entorno a la que pasaría a ser colegiata de Santa Juliana y a lo largo de la conocida como calle del Rey, actualmente dividida en las calles del Río, Cantón y Carrera. De esta época también es la creación de la actual calle de Juan Infante, que dirigiéndose hacia la plaza del Mercado (hoy plaza Mayor), conforma la distribución urbanística actual de Santillana en forma de «Y»", señala la página web de turismo de la villa. Además, esta web apunta que entre las edificaciones medievales destacan las torres del Merino y Don Borja, ambas de estilo gótico y carácter militar, la casa de Leonor de la Vega, madre del primer Marqués de Santillana y la torre de los Velarde.
Por todo esto, y muchas más curiosidades que puedes descubrir en este municipio cántabro, Santillana del Mar es el pueblo más bonito de España que puedes visitar este mes de septiembre para que la vuelta a la rutina sea mucho menos pesada.
