A Marc Soler le dijeron un día que podía ser como Indurain. Ganó una París-Niza, la misma carrera en la que se descubrió Miguel. Pero Marc nunca llegó a ser un líder de verdad para las grandes vueltas. Lo probó en Movistar, pero descubrió que su sitio estaba al lado de los jefes y luchando por victorias importantes de etapa.
Pero ninguna tan grande como ganar en los Lagos, entre la niebla. Una victoria en solitario y con dedicatoria para su hijo Aleix, el segundo, nacido hace unos meses. Hizo el gesto del chupete al entrar en meta como representante de la escapada del día. Una fuga que se llevó por delante a Van Aert y a sus dos maillots, que se marcharon a casa, pero que permitió resistir a Ben O’Connor con el maillot rojo.
Cada etapa es un ejercicio de supervivencia para el líder, que se agarra al podio como puede. El australiano ha demostrado tener mucha fuerza mental. No le importa que sus rivales se marchen por delante. Mikel Landa fue el primero en atacar en los Lagos. Una arrancada con más fe que piernas. Llegó a tener más de diez segundos de ventaja, pero poco a poco Mas se encargó de reducirla. El líder de Movistar se ha autoerigido como el jefe de la carrera, con una decisión desconocida hasta ahora.
Quiso, incluso, atacar desde lejos, mandar a Oier Lazkano por delante en la Collada Llomana para que hiciera de puente y marcharse con 60 kilómetros por delante. No duró mucho su aventura, pero es una muestra de la fe que tiene en sus piernas el corredor de Movistar.
Era un aviso de que se siente el más fuerte y de que no se conforma con un puesto en el podio. Ya no. Ahora sólo le vale subir a lo más alto en Madrid. Mas tira del grupo y Roglic se esconde. El esloveno era el principal beneficiado de que O’Connor se descolgara por detrás, pero en ningún momento se le vio intención de atacar. No le sobran las fuerzas al esloveno, que sufre aún las secuelas de la caída en el pasado Tour que le afectó la espalda.
Mas tira de los favoritos. Sin miedo, con la intención de llegar a donde nunca antes había llegado. «Eso que llevamos tanto tiempo esperando», decía en la conferencia de prensa del día de descanso en referencia al primer puesto del podio en Madrid.
Roglic no ataca, pero tampoco se descuelga. Allí van él y Carapaz, pegados a Enric Mas en cada movimiento del corredor balear. A Landa le cuesta más. Pagó el esfuerzo de su ataque cuando lo atraparon los primeros de la general y no pudo seguir el ritmo. Cayó hasta el grupo que llegaba por detrás, con Carlos Rodríguez entre otros. Por detrás llegaba todavía O’Connor en una lucha contra sí mismo que le permite mantener el maillot rojo por cinco segundos.
Por delante hacía tiempo que había entrado Marc Soler. El ciclista del UAE fue uno de los primeros en quedarse al comenzar la subida a los Lagos. Del Toro parecía la mejor opción de su equipo, pero se rehízo y formó un trío con Poole y Zana. Pero cuando atacó, lo hizo sin mirar atrás para dedicar la victoria a su hijo.