A solo diez semanas para las elecciones presidenciales en EE UU, la campaña del republicano Donald Trump no logra descifrar una línea de ataque efectiva para atajar el buen momento por el que atraviesa su rival demócrata, Kamala Harris. En las últimas horas, la media de encuestas de la consultora
RealClear Politics actualizó los sondeos a nivel nacional, otorgando a la actual vicepresidenta una ventaja de dos puntos sobre el exmandatario a nivel nacional, sellando una semana en la que la esperanza de los conservadores estaba puesta sobre cuál sería el desempeño de Harris en su primera entrevista para televisión, ofrecida a la cadena CNN. Y aunque
el balance general es que la candidata no logró profundizar en cuál sería exactamente su plan de Gobierno de ganar la carrera por la Casa Blanca, tampoco se generó un gran titular que hiciera daño a su aspiración como esperaba Trump.
Así las cosas, algunos republicanos, incluidos estrategas y donantes, se están irritando con la forma en que Donald Trump está manejando su campaña para recuperar la Casa Blanca. La consultora política Ana Iparraguirre asegura que el nerviosismo se explica porque «el estado de ánimo dominante entre los conservadores, basado en el último mes, ha sido de frustración ante una campaña de Harris que ha estado en piloto automático durante las últimas semanas y se ha librado de críticas».
Los expertos parecen coincidir en que el mejor momento para definir la línea contra Harris era justo al principio, pero con cada vez menos tiempo por delante parece que no lo han conseguido. Sus asesores le recomiendan a Trump evitar los ataques de género o de raza. El expresidente Trump ha sido claro durante sus mítines en querer volver al ataque porque «los demócratas han sido sucios conmigo», asegura. Pero la recomendación de su círculo cercano es la mesura. Quieren recalibrar una campaña más coordinada y recuperar algo de impulso.
La verdadera batalla electoral es en siete estados clave y allí, aunque Harris también lleva ventaja o están empatados, lo cierto es que Trump tiene mucho terreno para recuperar. Los republicanos están «nerviosos» al enfrentar la realidad de que será una carrera «muy dura» y «muy cerrada», pero que está lejos de darse por perdida.
Las perspectivas electorales indican que Kamala Harris tendría que estar 7 puntos porcentuales arriba en las encuestas nacionales para que realmente se asusten, pero están ansiosos por su incapacidad para encontrar líneas de ataque efectivas. «Los círculos de Trump tampoco deben estar contentos con lo que ven como una cobertura mediática excesivamente aduladora de la campaña de Harris», comenta también el estratega republicano Robert Macaulay.
«La elección ya no es la apuesta segura que Trump y su partido anticipaban cuando competían contra Joe Biden. Harris ha llegado a estar 3,7 puntos porcentuales arriba a nivel nacional, según algunos promedios de encuestas», afirma recordando que Trump, sin embargo, tenía una ventaja de 3,2 puntos porcentuales sobre Biden antes de que el actual mandatario abandonara la carrera.
Operativos del Partido Republicano están apostando a que la carrera se inclinará nuevamente a favor del expresidente a medida que Harris enfrente un mayor escrutinio sobre temas de políticas como la economía y la inmigración, especialmente a medida que se acerca el debate del 10 de septiembre. «Realmente no hemos tenido una conversación sobre la dirección del país. Hemos tenido una conversación sobre el reinicio del Partido Demócrata. Y el apoyo a Harris no está ni cerca del nivel de apoyo que tenía Biden en 2020», expresó Macaulay.
Esa crítica va alineada con el análisis de medios estadounidenses que han identificado que en esta elección aún hay un apoyo rezagado entre los votantes de base en comparación con 2020; además de que los problemas legales de Trump podrían reavivar su base MAGA (la plataforma «hagamos a EE UU grande nuevamente»); o que un fallo imprevisto por parte de la Administración Biden (para la cual Harris todavía trabaja); un error en un debate; o una sorpresa en octubre, terminen por desbaratar su momento.
Como número dos de Biden, Harris está conectada con la actual Casa Blanca, que ha tenido cifras de aprobación bajas en 2024. Es por esto que un una caída del empleo o un error del gobierno podría volver a poner su papel como vicepresidenta en el centro de la escena. En un intento por blindarse, Harris ha expuesto que está dedicada a controlar el coste creciente de los alimentos, en un intento de ganarse a las clases medias de EE UU.