Las casas prefabricadas se han convertido en una alternativa de vivienda cada vez más atractiva para muchas personas al ser más baratas que las construcciones tradicionales. Están diseñadas para maximizar el uso del espacio en áreas reducidas, normalmente de entre 10 y 40 metros cuadrados, en los que se distribuyen las habitaciones de una vivienda convencional.
Ante el auge de estas viviendas, cada vez las comercializan más empresas, gracias a que el coste de producción es más bajo y, en general, requieren menos tiempo de construcción. Lo más habitual es que se sitúen en un terreno de suelo edificable si cuentan con cimentación, pero también existen excepciones en las que se podrían ubicar en un terreno rústico si se tratase, por ejemplo, de una casa móvil autosuficiente.
Las hipotecas también están haciendo lo suyo y entran ya en el terreno de las casas prefabricadas. Algunos bancos ya comercializan hipotecas específicas para este tipo de viviendas, como el Banco Santander, BBVA o CaixaBank, que ofrecen una financiación de hasta el 80% de valor de tasación –al igual que ocurre con los préstamos hipotecarios de las casas convencionales–, tanto de tipo fijo como variable y con plazos de hasta 30 años.
Otra opción es comprar una casa prefabricada ya instalada en un terreno para solicitar una hipoteca tradicional, aunque esta situación requiere de ciertos requisitos adicionales, como que tiene que estar instalada de manera permanente en un terreno edificable que sea propiedad del comprador.
Asimismo, si no tenemos dinero suficiente, también existe la posibilidad de pedir un préstamo personal para financiar la compra de una casa prefabricada en caso de que no se cumplieran los requisitos para una hipoteca tradicional. Sin embargo, esta alternativa tiene tasas de interés más altas y plazos de pago más cortos, por lo que es la menos recomendable.
En general, las entidades bancarias son más exigentes con los propietarios que solicitan una hipoteca para una casa prefabricada. Uno de los requisitos principales es que el comprador sea el propietario tanto de la vivienda como del terreno donde se instalará, aunque algunos bancos pueden ofrecer préstamos para adquirir tanto la casa como el terreno.
Además, la casa deberá estar instalada de manera permanente y cumplir con todas las normativas de edificación, no puede ser un mueble móvil. A la hora de tasar el precio de la vivienda, el banco también comprobará que tiene acceso a los suministros básicos de agua, electricidad y alcantarillado.
Por lo demás, el resto de requerimientos son similares a los de una hipoteca tradicional: ingresos estables y antigüedad laboral, así como un buen historial crediticio que no sobrepase un porcentaje de endeudamiento.