Los hutíes dieron ayer «permiso» a la comunidad internacional para remolcar con garantías de seguridad el petrolero griego MV Sounion, que sigue ardiendo en aguas del mar Rojo una semana después de ser atacado desde las costas de Yemen por parte de los rebeldes chiíes. «Después de que varias partes internacionales, en particular de Europa, se pusieran en contacto con nosotros, les hemos permitido remolcar el petrolero en llamas Sounion», anunció su portavoz Mohamed Abdelsalam a través de la red social X.
El ataque contra el buque, que está cargado con 150.000 toneladas de petróleo, tuvo lugar el pasado miércoles al oeste de Al Hudayda, una de las bases operacionales desde la que los insurgentes lanzan sus ataques contra barcos supuestamente relacionados con Israel en apoyo a los palestinos que sufren los efectos de la guerra en la Franja de Gaza.
La amenaza de una catástrofe medioambiental ante un posible vertido de petróleo en el mar Rojo hizo saltar todas las alarmas a nivel internacional, por lo que la Misión Aspides de la Fuerza Naval de la Unión Europea (UE) en el mar Rojo pidió en reiteradas ocasiones el cese de los ataques contra la navegación comercial.
El portavoz de los hutíes, sin embargo, aseguró que el ataque contra el MV Sounion supone «una demostración de la seriedad» del movimiento respaldado por Irán a la hora de cumplir sus amenazas, y repitió que el grupo seguirá realizando operaciones contra barcos que se dirijan a puertos israelíes «hasta que cese la agresión contra Gaza».
«Todas las compañías navieras vinculadas a la entidad sionista deben comprender que sus barcos seguirán siendo vulnerables a los ataques», amenazó Abdelsalam, cuyo grupo ha atacado más de un centenar de embarcaciones comerciales desde el pasado 19 de noviembre, provocando incluso la muerte de varios tripulantes.
La misión naval europea recordó ayer que el MV Sounion lleva en llamas desde el pasado viernes 23 de agosto, cuando se detectaron incendios en varios puntos de la cubierta principal del buque, pero apuntó que, de momento, «no se ha producido ningún vertido de petróleo, el buque sigue fondeando y no se encuentra a la deriva», como había advertido el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
El vertido de 150.000 toneladas de crudo, o un millón de barriles de petróleo, representaría una cantidad cuatro veces mayor que la del desastre del Exxon Valdez (1989), una de las mayores tragedias ambientales de Estados Unidos, que acabó con enormes consecuencias para la fauna de Alaska.
El secretario general de la Organización Marítima Internacional, Arsenio Domínguez, se mostró «extremadamente preocupado» por la situación del petrolero griego. «El riesgo de un vertido de petróleo, que supone un peligro medioambiental extremadamente grave, sigue siendo alto y existe una preocupación generalizada por los daños que tal vertido causaría en la región», expresó el director de la agencia de la ONU dedicada a coordinar a las distintas delegaciones nacionales en materia de transporte marítimo.