Rusia notificó la pasada semana al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA, por sus siglas) del hallazgo de los restos de un dron a escasos metros de la central nuclear de Kursk, en la región fronteriza con Ucrania que ocupan parcialmente las tropas de Kyiv tras la incursión sorpresa de principios de agosto. Las instalaciones atómicas de Kursk se encuentran en la ciudad de Kurchátov, a unos 60 kilómetros de la divisoria. La agencia de Naciones Unidas anunció la pasada semana que su director general, el argentino Rafael Grossi, visitaría la zona este martes para comprobar la situación sobre el terreno, como así ha sido.
Según la información que obraba en poder del organismo, transmitida por las autoridades rusas, los fragmentos del avión no tripulado fueron encontrados a unos cien metros del almacén de combustible nuclear usado de la planta después de que fuera interceptado «en la madrugada del 22 de agosto». «La actividad militar en las proximidades de una central nuclear supone un grave riesgo para la seguridad nuclear», advirtió el responsable del OIEA, sin precisar de quién procede el dron derribado en la zona de la central.
Este martes, el director de la agencia con sede en Viena ha transmitido a las partes a través de un comunicado que, «debido a los nuevos acontecimientos y al aumento de la actividad militar en las proximidades de la central nuclear de Kursk, he seguido de cerca la evolución de la situación sobre el terreno, especialmente en lo que respecta a la central».
«Es importante que cuando se recurra al Organismo para que cumpla su mandato de garantizar que la energía nuclear se utilice con fines pacíficos, estemos presentes. También es importante que cuando la comunidad internacional necesite una evaluación independiente de la seguridad tecnológica y física de una instalación nuclear, estemos allí», ha expresado Grossi. «La única forma en que el OIEA puede validar la información es cuando tenemos la oportunidad de evaluar de forma independiente lo que está sucediendo».
El director del OIEA inspeccionó el reactor y la sala de control de la planta en compañía de los responsables de la agencia nuclear rusa, Rosatom, y constató que la central no cuenta con «las estructuras de defensa y contención de otras plantas más modernas» y que «el núcleo del reactor está protegido por un tejado normal», lo que le convierte en «frágil» y «extremadamente expuesto» a un posible ataque. «Efectivamente, en caso de impacto, de acción externa sobre la zona activa de ese reactor, ocurrirá un incidente nuclear, posiblemente, con fuga radiactiva», señaló.
El presidente ruso Vladimir Putin acusó a Ucrania de haber lanzado el ataque contra la planta, una versión que Kyiv rechazó horas más tarde, entre acusaciones cruzadas. El OIEA viene instando a las partes enfrentadas en el conflicto a evitar hostilidades alrededor de centrales nucleares, en particular en torno a la planta ucraniana de Zaporiyia, ocupada por Rusia desde marzo de 2022. Tras la visita a la central, Grossi aseguró que se dirigirá a Kyiv, donde espera ser recibido por el presidente Volodimir Zelenski.
