Toni Kroos ya no está en el Real Madrid, pero sobre el césped en los partidos del equipo blanco hay un centrocampista con el número 8 a la espalda y con el pelo rubio (teñido). No es alemán, es uruguayo y no se equivocaba Kroos cuando lo señaló como su heredero. Fede Valverde ha aprendido muchísimo en todos sus años al lado del ex del Bayern. Muchas conversaciones, miles de consejos y toda la confianza en un chico al que le cuesta dar un paso adelante y ser líder. «Tengo que mejorar esa parte ofensiva mía. Muchas veces me ha dicho el míster que entrene el disparo, y a veces me puede esa timidez de no querer agarrar la pelota. Hoy, con la ayuda de él lo hice y le estoy agradecido». Así explicaba Valverde en RMTV la intrahistoria de su gol al Valladolid, en el que Ancelotti ordenó que se ejecutase la falta de manera indirecta para un obús del charrúa, que encontró premio. «Te lo dije», le repetía su entrenador cuando fue a celebrar el tanto con él, y es que igual que le sucede a Kroos, el italiano tiene toda la confianza en Valverde. «Ahora en el fútbol marcar de falta directa es mucho más complicado. Valverde tiene este golpeo y hay que aprovecharlo. Marcar directo es complicado, porque la barrera se levanta bien y es difícil. Tocarla para Valverde es un peligro y lo ha hecho muy bien. Desde hoy no se lo tendré que repetir porque él tiene que tirar», confesaba Carletto, que si tiene un jugador de máxima confianza ese es Valverde, uno de los que lo juega casi todo con él al mando. «El trabajo de Valverde sigue progresando. Muestra mucha más personalidad y responsabilidad para el equipo. Para mí no es difícil decir que es un jugador insustituible en esta plantilla, por su calidad, por su fuerza y por su inteligencia. Es una suerte tenerlo. Y creo que Kroos cuando eligió su heredero al dejar el club, hizo lo perfecto en señalarlo», continuaba Ancelotti sin reparar en elogios hacia su centrocampista, que ahora tiene más responsabilidades en la creación del juego que en otras temporadas, cuando se descubrió a sí mismo como extremo.
No estaba muy convencido de jugar por la izquierda, pero con el paso de los partidos le cogió el gusto y después le costó dar marcha atrás hacia una posición más centrada. Desde la derecha explotó como goleador, cuando en la temporada 22-23 hizo 12 tantos, más que todos los que había metido hasta entonces en su carrera como profesional. Por el medio hubo una apuesta con Ancelotti, que le motivó diciendo que si no hacía al menos diez rompía su carné de técnico.
El curso pasado solo anotó tres, pero fue igual de importante para el Real Madrid, y ahora ya lleva dos en los primeros tres partidos de la temporada. Abrió el marcador en la final de la Supercopa de Europa ante la Atalanta, rematando en el área pequeña una gran acción y un pase de Vinicius. Ahí mostró otra de sus virtudes, la de llegador y a la vez «todocampista», porque sus pulmones y su físico le dan para aparecer en cualquier parte, sin importar a qué altura del partido sea. «El entrenador me pide que dé equilibrio al equipo, que juguemos la pelota ahí en el medio, pero todavía nos queda mecanizarnos mejor Tchouaméni y yo», comentaba Valverde sobre lo que ahora le pide Ancelotti.
La temporada está arrancando y él ya está a tope, robando balones y tratando de ser importante en la construcción del juego. Es un desatascador y lo demostró ante el Valladolid, donde volvió a marcar el primer tanto del encuentro y sacó al Madrid de un sopor que le estaba empezando a complicar el estreno en el Bernabéu.
El uruguayo no es Kroos en la forma de jugar, pero sí que puede ser su sustituto en el papel de líder del equipo, de tener los galones y asumir la responsabilidad cuando las cosas no van bien. Y eso es quizá lo que más le cuesta, quitarse la timidez y levantar la voz. Poco a poco lo va consiguiendo, porque con 26 años ya es uno de los futbolistas con más temporadas en la primera plantilla. Ahora los consejos de Kroos le llegarán por Whatsapp al vestuario y él no tardará en empezar a dárselos a los más jóvenes.