Tan importante como el enfrentamiento militar directo que mantienen desde el pasado mes de octubre Hizbulá e Israel -que entró ayer, a juzgar por la organización chiita libanesa, en “una nueva fase”— es la guerra de Inteligencia que libran ambas partes. Y en esta faceta no hay dudas de que Israel, que la potencia indiscutible en este ámbito, ha golpeado más y más fuerte. Hace tres semanas, la Inteligencia israelí lograba infiltrase en el seno de la organización fundada por la Guardia Revolucionaria iraní en 1982 para acabar con la vida de su número dos, Fuad Shukr, en su guarida en el sur de Beirut.
Protagonista del éxito indudable del Estado de Israel -que además ha acabado con varios mandos de la milicia chií libanesa en los últimos y con varios altos mandos de Hamás, incluido hace también tres semanas su jefe político, Ismail Haniyeh, en una zona altamente vigilada de Teherán— es la conocida como Cell 8200, una unidad perteneciente a los cuerpos de Inteligencia de las FDI cuya misión es la captación de señales de inteligencia y descifrado de códigos.
La unidad es experta en interceptar llamadas telefónicas mediate reconocimiento de voz, hackear dispositivos y vigilar las redes sociales. Informaciones de inteligencia apuntan a que Tel Aviv hackeó la red clandestina de la organización proiraní, lo que explicaría haber conseguido acabar con un personaje, Shukur, cuyo paradero pocos conocían, con relativa facilidad.
Según relató recientemente el medio estadounidense The Wall Street Journal, el comandante de Hizbulá recibió una llamada a las líneas internas del partido mientras se encontraba a en su despacho de la segunda planta, en la que se le decía que subiera a su casa, en la séptima planta del edificio, zona más fácil de atacar, antes de ser atacada con un proyectil de las fuerzas israelíes.
Las capacidades de la Cell 8200 y el conjunto de la Inteligencia israelí volvía ayer a quedar de manifiesto con la operación preventiva llevada a cabo por las FDI antes de que Hizbulá ejecutara la “primera fase” de su venganza -con el lanzamiento de 300 cohetes desde el sur del Líbano que, según Tel Aviv, la milicia quería dirigir contra instalaciones de Inteligencia israelíes. Fuentes militares informaban ayer de que un centenar de aviones de combate israelíes destruyeron “miles” de cohetes que estaban preparados para ser disparados contra suelo israelí. El sistema defensivo israelí permitió interceptar la mayoría de proyectiles que acabaron siendo lanzados por Hizbulá en las primeras horas del domingo.
Lo cierto es que Israel lleva décadas estudiando cada palmo de los feudos de Hizbulá en el sur y el este del Líbano, país que las fuerzas israelíes han invadido y ocupado en varias ocasiones. Tras 18 años de presencia ininterrumpida, en 2000 las tropas israelíes abandonaron el país levantino. Tras la conocida como Segunda Guerra del Líbano, las FDI salieron definitivamente de suelo libanés a finales de septiembre de 2006.
“Israel siempre ha tenido un acceso relativamente fácil al Líbano debido a la naturaleza del país, políticamente dividido y ahora económicamente debilitado. Como Hizbulá tiene varios niveles de burocracia, hay muchas oportunidades para la infiltración israelí”, explica Bilal Y. Saab, profesor asociado de la Universidad de Georgetown (Washington) y colaborador del think tank británico Chatham House.
Además, Israel cuenta con importantes redes de espías, fundamentales en el éxito de operaciones como las citadas. El Ejército libanés detiene regularmente a libaneses y extranjeros, incluidos diplomáticos, por “colaborar con el enemigo”. Conscientes de los riesgos que corren, el pasado mes de febrero, el secretario general de Hizbulá, Hassan Nasrallah, aconsejó a sus partidarios que abandonaran sus teléfonos inteligentes: “Tírenlos, entiérrenlos, métanlos en una caja metálica, pero manténganlos alejados”.
Por su parte, la organización financiada por Teherán también se ha anotado éxitos en su haber: logró hacer sobrevolar con un dron de vigilancia de fabricación iraní (Hudhud) la base aérea israelí de Ramat David y la ciudad de Haifa, a 30 km de la frontera libanesa, sin ser derribado. Hace una semana, desde la organización chií se anunciaba haber desbaratado con fuego de artillería “la infiltración a la hora del amanecer de un contingente de soldados israelíes cerca de la localidad fronteriza de Aita Al-Shaab”.