Una mujer de Milwaukee que confesó haber matado de forma lícita a un hombre cuando era adolescente porque traficaba sexualmente con ella fue condenada el pasado lunes a 11 años de cárcel tras declararse culpable de un cargo reducido de homicidio imprudente. Un juez del condado de Kenosha, en Wisconsin, también sentenció a Chrystul Kizer a otros cinco años de supervisión extendida después de salir de prisión por la muerte en 2018 de Randall Volar, un presunto proxeneta de 34 años.
El magistrado no hizo a Kizer elegible para participar en ningún programa de liberación anticipada, y debería salir de la cárcel en 2033, según la oficina del defensor público del estado de Wisconsin. La mujer se había declarado culpable el pasado mayo de homicidio imprudente en segundo grado por la muerte de Volar, lo que le permitió evitar el juicio y una posible cadena perpetua.
Los fiscales afirmaron que Kizer disparó a Volar en su casa de Kenosha en 2018, cuando ella tenía 17 años, y añadieron que, después, la adolescente quemó su casa y robó su BMW. La joven fue acusada de múltiples cargos, incluido homicidio intencional en primer grado, incendio premeditado, robo de automóviles y ser una delincuente en posesión de un arma de fuego.
Kizer, que ahora tiene 24 años, dijo haber conocido a Volar en un sitio web de tráfico sexual. Según su versión, durante el año que precedió a su muerte, Volar abusó de ella y la vendió como trabajadora sexual. Confesó a los detectives que le disparó después de que intentara agredirla sexualmente. Sus abogados dijeron que no podía ser considerada penalmente responsable de nada de esto en virtud de una ley estatal de 2008 que absuelve a las víctimas de trata sexual de «cualquier delito cometido como resultado directo» de haber sido objeto de trata.
La mayoría de los estados han aprobado leyes similares en los últimos diez años que otorgan a las víctimas de trata sexual al menos cierto grado de inmunidad penal. Los fiscales replicaron que los legisladores de Wisconsin no podían pretender que la protección se extendiera al homicidio. Los grupos antiviolencia acudieron en masa en defensa de Kizer, argumentando en escritos judiciales que las víctimas de trata se sienten atrapadas y a veces sienten que tienen que tomar el asunto en sus propias manos.
