La prueba viviente de que Dios escribe recto con renglones torcidos es la vida de Tina Turner. Estaba destinada al sufrimiento callado de las santas del góspel que viven su destinos como un martirio. Pero un día despertó, harta de pegarse contra las puertas y caerse por las escaleras justo antes de cada actuación. Le dijo basta a su marido y su largó. Dejaba atrás un matrimonio fracasado, varios hijos y una fortuna ganada durante años cantando a dúo con la persona que le pegaba y le decía que nunca sería nada sin él en la vida.
Resumen de la etapa oscura de una mártir que escogió la libertad y nada quiso de sus ganancias, excepto el apellido que le había prestado su marido al casarse y dos coches Jaguar del 74. Ese día nació una estrella que había sido sofocada en privado por su marido pero que el público adoraba cuando cantaba con su voz potente y desgarrada éxitos del Rhythm and Blues.
El fracaso del matrimonio de Tina Turner lo vislumbró el productor Phil Spector, cuando grabó un disco con ella y para ella, pero que tuvo que firmar con su marido, al que no se le permitió entrar en el estudio mientras Tina Tuner grababa «River Deep-Mountain High» (1966). Este disco anunciaba el fin de una ruptura, que no se lograría hasta mediados de los años 70.
Para sus millones de fans ella siempre será «la Reina del Ácido», el tiránico personaje que interpretaba en la versión cinematográfica de la Ópera Rock «Tommy» (1975), todavía marcada por el estilo desaforado previo a su emancipación. A partir de entonces, Tina Turner inicia una nueva etapa en solitario. Atrás deja a su violento marido enganchado a la coca y cien millones de discos vendidos.
Durante dos años se esconde en pensiones del acoso de Ike y actúa en locales pequeños, hasta que logra el divorcio en 1976 y huye a Gran Bretaña, donde comienza de cero su carrera, de la mano de una canción de Mark Knopfler «Private Dancer» (1984), que la consagrará mundialmente de nuevo como la Diva del Rock’n’roll. El single «What’s Love got to do with it» (1984) se convirtió en el disco más vendido de la carrera de Tina Turner.
En plena New Wave inglesa, Tina Turner despliega toda la fuerza vital en la escena londinense. Su voz potente y metálica, su forma de bailar furiosa y febril, moviendo sus esplendorosas piernas como una coctelera rítmica, abandona sus alaridos del ritmo del soul y su voz de contra alto se hace más sutil y sofisticada, oscura y profunda, con capacidad para distorsionarla y crear tonos metálicos felinos. La potente y desgarrada cantante de rock se convirtió en una fiera más contenida, excepto cuando tenía que lucir su capacidad vocal para rugir con su voz rasposa.
Su imagen antigua, más agreste, de pelos negros y rizados pasaron por la manos de los peluqueros ingleses, artífices esenciales de la moda de la New Wave. Tina cambió de look en Londres: trajes minifalda de Armani y Azzedine Alaïa, pelucas con el corte de mullet largo, lacio y super messy. El cardado salvaje y el teñido de rubio color miel definieron su nuevo estilo de leona del rock.
Una peli marcó su nueva vida: «Mad Max 3. Más allá de la cúpula del trueno» (1985), en la que interpretaba a Aunty Entity, otra mujer autoritaria, vestida con un traje de cota de malla que pesaba 30 kilos y con el pelo rubio e impronta cheroqui.
La de Tina Turner es una historia de superación personal típica de las grandes divas posmodernas. Reinventarse casi a los 40 años y volver a triunfar no está al alcance de todos. Sólo una fuerza de la naturaleza tenaz como la suya sería capaz de hacerlo. Ese poderío mental y su fuerza de voluntad para reinventarse hicieron de Tina Turner la diva renacida.
¿Por qué son tan escasas la estrellas que alcanzan el estatus de diva? El nivel de sacrificio y la voluntad de permanecer es de tal magnitud que sólo algunas superan los reveses de la vida y logran reinventarse. Lo escribió Tina en su bio: «Ahora puedo mirar atrás y entender por qué mi karma fue el que fue. El bien salió del mal y la dicha del dolor».