Las agradables temperaturas de la capital chilena en estas fechas invitan a adentrarse en sus calles y tradiciones
Serena y cosmopolita. Moderna pero arraigada a sus tradiciones. Seductoramente auténtica. Así se presenta Santiago de Chile, una ciudad que deslumbra por su encanto único y que, sin duda, merece estar en la agenda de destinos imperdibles de cualquier viajero que se precie.
Ahora, durante el invierno austral que dura hasta septiembre, en la capital chilena las temperaturas máximas son alrededor de 17 C, mientras que las mínimas rara vez bajan de 10 C, por lo que si se busca un clima suave para estas vacaciones de agosto o septiembre Santiago de Chile es un destino perfecto.
Por otro lado, en el invierno chileno realizar actividades como visitar Valle Nevado o el centro de esquí La Parva son experiencias únicas; sus cumbres nevadas se convierten en un paraíso para los amantes de los deportes de nieve. Pero estas agradables temperaturas también invitan a pasear por las calles de la urbe y explorar sus acogedores cafés y restaurantes, así como sus imprescindibles.
Como primera parada de cualquier ruta turística y punto desde el que empezar a descubrir esta interesante ciudad se recomienda el corazón de Santiago de Chile: la Plaza de Armas. Rodeada de edificios históricos como la Catedral Metropolitana y el Museo Histórico Nacional, aquí se dan cita pintores, humoristas y demás artistas callejeros que despliegan sus habilidades ante la atenta mirada de locales y turistas, así como de significativas obras escultóricas, como la estatua ecuestre de Pedro de Valdivia portando el acta de fundación de Santiago o la de «A la libertad de América», un auténtico símbolo de la independencia fruto del artista italiano Francisco Orsolino.
A pocos pasos, y a la altura del institucional Museo Chileno de Arte Precolombino, se encuentra Paseo Bandera. Transformada en calle peatonal hace unos años, el colorido de su calzada y de sus murales es ya una de las estampas más reconocibles de Santiago de Chile.
Tras pasear, y quizá hacer un descanso en alguna de las maravillosas cafeterías del centro, una visita muy recomendable es el Palacio de La Moneda. Diseñado por el arquitecto Joaquín Toesca, se erige como la principal y más importante obra neoclásica de Chile. Aunque en sus orígenes, principios del siglo XIX, fue la sede de la Real Casa de La Moneda de Santiago, es desde 1846 sede del Poder Ejecutivo, así como uno de los símbolos de la historia política del país.
Continuando con el itinerario, otro de los obligados es el cerro Santa Lucía. Este oasis verde en pleno centro destaca por las vistas panorámicas que regala de la ciudad, así como por otros atractivos como la Terraza Neptuno, la Terraza Caupolicán o el Jardín Circular, donde se encuentran los árboles más centenarios. No hay duda de que pasear por este parque es una de las experiencias agradables que se pueden vivir Santiago de Chile.
Después, una opción muy apetecible es recorrer el tranquilo barrio París-Londres. Sus calles adoquinadas y su estilo europeo pronto sirvieron de inspiración para instalar galerías de arte y cafés acogedores, tanto es así que se convirtió en punto de encuentro de artistas e intelectuales como el poeta Pablo Neruda. Hoy día, caminar por él es algo obligado.
En este barrio se ubican lugares como Londres 38, un centro de represión y tortura durante la dictadura de Pinochet que se ha convertido en un espacio de memoria. Tampoco hay que perderse una visita a La Chascona, en Bellavista. En ella Pablo Neruda vivió junto a su amante Matilde Urrutia hasta sus últimos días. Esta casa-museo imprime el sello personal y el espíritu con el que el genial poeta animaba sus versos, y es que desde su arquitectura hasta su ornamentación interior, pasando por sus jardines de cuento de hadas, tiene algo que llega al alma, como cada una de sus creaciones literarias.
Finalmente, y también en el barrio de Bellavista, es esencial subir al cerro San Cristóbal, en cuya cima descansa la estatua de la Inmaculada Concepción. Puede hacerse en funicular o teleférico. Además de disfrutar del inmenso Parque Metropolitano, su mirador regala la posibilidad de ver uno de los atardeceres más bonitos y especiales, con la ciudad a los pies y las montañas en el horizonte.
Tan solo a 120 kilómetros de Santiago de Chile, y muy cerca de la maravillosa Valparaíso, Viña del Mar, conocida como la «Ciudad Jardín», se antoja como una escapada idónea para quienes buscan combinar el encanto costero con una excelsa oferta gastronómica.
Aunque actualmente se encuentre en su invierno y las temperaturas no inviten al baño en sus playas, lo cierto es que pasear por ellas y ver el atardecer desde, por ejemplo, la increíble Playa Reñaca es algo que merece realmente la pena. Al ser temporada baja, no hay demasiada gente, lo que hace el plan aún más tentador.
A los pies del cerro Castillo, se encuentra uno de los atractivos más especiales, y uno de los más «instagrameables», de Viña del Mar: su Reloj de Flores. Este icónico y curioso reloj es una muestra del amor de la ciudad por la naturaleza. Y sí, ¡el reloj funciona perfectamente! También hay joyas arquitectónicas como el Castillo Wulff, con un diseño inspirado en la mansión de Liechtenstein, en Alemania, y rincones verdes como el Parque Quinta Vergara, hogar del Palacio Vergara, con unos bonitos jardines y un anfiteatro donde cada año se realiza el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar.
Esto es solo una parte de todo lo que Santiago de Chile y localidades cercanas tan especiales como Viña del Mar tienen preparado para el visitante. Anímese este verano y descúbralo in situ, porque es una magnífica puerta de entrada a los encantos y la magia de América Latina.
