Fermín enseñó a España el camino de las semifinales. No sólo por los goles, dos golazos, sino por la actitud y el ejemplo que fue para sus compañeros. Él marca el ritmo de la selección: si hay que parar, se para; si hay que ir a presionar arriba, es el primero que va. Es el que marca los goles y los tiempos. Hace de mediapunta o de segundo delantero según exija el momento. O se convierte en el jugador más adelantado si se trata de presionar y manda a Abel Ruiz a la derecha para tapar ese espacio.
Fermín lo hace todo y sus compañeros le siguen. No sólo porque, como Baena, venga de ganar la Eurocopa, sino porque lo que hace funciona. El centrocampista del Barcelona enseñó pronto lo que había que hacer con un remate con la izquierda que superó a Kokubo, el portero japonés.
La jugada venía de un robo de balón de España. La presión elevada funcionaba y a los once minutos ya mandaba en el marcador.
Marcó el segundo también Fermín, en una jugada de estrategia, una falta que sacó Sergio Gómez desde el lado izquierdo y que el «11» de España bajó con el pecho antes de rematar con el alma a la red. Un gol que acercaba a España a la semifinal y que despejaba las dudas que había tenido la selección que entrena Santi Denia.
Porque después del primer gol de Fermín el partido cambió y de repente Japón se hizo con el mando. Controló el balón y el partido. Incluso llegó a empatar cuando el descanso asomaba, pero el gol de Hosoya fue anulado por fuera de juego después de una exhaustiva revisión. Cuestión de milímetros. Una jugada de esas que contradice los principios del VAR, que habla de jugadas claras y evidentes. Los árbitros, sin embargo, tuvieron que echar un rato antes de decidir que el gol no valía.
No se vinieron abajo los japoneses, que mandaron también un cabezazo al poste en ese tramo en que parecía que el empate era lo lógico. Pero no lo consiguieron y el descanso les cortó el ritmo.
Fue después de regresar del vestuario cuando Fermín decidió que había que jugar a otra cosa, que no bastaba con esperar y confiar en la suerte de que Japón no acertara con la portería. Había que ir a buscar a los japoneses y ningún jugador le pone tantas ganas como Fermín. Esa intensidad le valió una tarjeta amarilla que no le impedirá disputar la semifinal.
El partido estaba decidido con ese segundo gol de Fermín, pero los japoneses no se rinden. Y Hosoya, siempre Hosoya, estaba ahí para robar una pelota a Pablo Barrios en el borde del área antes de buscar una esquina de la portería con su disparo. Sólo la agilidad de Arnau Tenas evitó el «1» en el marcador de Japón. Después Takai, el central, mandó un cabezazo al larguero en una de esas jugadas de estrategia que complicaban la vida a la defensa española.
Para entonces Abel Ruiz ya había marcado el tercero, el primero del capitán español en este torneo. Sólo tuvo que empujar un balón suelto en el área el nuevo delantero del Girona.
Santi comenzó a reservar a los jugadores que considera decisivos. Entre ellos Fermín, sobre todo, y Baena, que tenían tarjeta amarilla, pero también a Abel Ruiz y a Sergio Gómez, dos de los favoritos del seleccionador. Todos los de arriba –también Aimar Oroz, el único que ha sido titular en todos los partidos, fueron sustituidos–.
España vuelve a meterse en la lucha por las medallas y vuelve a superar a Japón, a la que ya dejó fuera de los Juegos de Tokio en semifinales. El oro está más cerca.