En un paso más, el marido de Begoña ha decidido otorgar un tratamiento fiscal «singular, especifico, especial o a la carta», como se prefiera, a Cataluña.
Aún es pronto para saber hasta dónde llegan las concesiones exactas, pero doy por hecho que responderán a las peticiones de los independentistas de ERC que siguen el siguiente esquema, según lo repetido hasta la saciedad: Cataluña aporta a la caja común más de lo que recibe, según su balanza fiscal; evidentemente, se niegan a mantener esta situación; quieren que haya una situación de equilibrio entre lo aportado y lo recibido y, por supuesto, exigen que se devuelva, si no todo, por lo menos una parte importante de su exceso de contribución a lo largo de los últimos años.
Ya llegará el momento de discutir las cifras, si es que no se ha hecho ya. Dicen los expertos independientes en temas fiscales (no incluyo a los inspectores, que solo velan por sus intereses individuales y colectivos) que eso va contra los principios básicos de la normativa actual, que son progresividad y solidaridad.
Visto lo anterior, parece inevitable que habrá un tratamiento singular a Cataluña. En consecuencia, procede extraer las conclusiones correspondientes, que, llevadas al extremo de cada contribuyente, son las siguientes: hay que exigir al Gobierno que establezca y negocie una por una (por lo menos las de aquellos que reclamen) las balanzas fiscales; dicho de otra manera, que se sepa lo que aportamos cada uno mediante el pago de todos los impuestos, tasas, gravámenes y demás, y lo que percibimos, pongamos por los diferentes servicios públicos (desde el uso de las carreteras a la seguridad, educación y sanidad, por poner tan solo unos ejemplos).
Una vez conocidas esas dos grandes cifras, en el caso de los que aporten más de los que reciban, se impone, siguiendo el ejemplo del trato singular a Cataluña, primero, una devolución del exceso de aportación durante los últimos cinco años y, luego, una negociación para establecer un equilibrio entre lo que se aporte y lo que se reciba.
Digo yo que lo válido para unos debería servir para todos, tanto a nivel colectivo como individual. Es gracia que muchos esperamos alcanzar de este Gobierno presidido por el marido de Begoña, que, si se caracteriza por algo, es por su coherencia y por no haber mentido. Esperaré sentado.