La celebración este martes de la Fiesta del Trono marcó oficialmente un hito fundamental en la historia contemporánea de Marruecos: el vigésimo quinto aniversario de la llegada a la jefatura del Estado del rey Mohamed VI. Un período marcado por grandes avances económicos, a la cabeza el espectacular desarrollo de las infraestructuras y el turismo, y por el ascenso de Marruecos en el ámbito regional e internacional, aunque con grandes retos aún pendientes en materia de lucha contra la pobreza, la extensión de políticas sociales y del bienestar y la consolidación democrática.
Poco tiene que ver el Marruecos de 1999, año del ascenso al trono del soberano alauí, y el actual en materia de infraestructuras y desarrollo urbano. Las principales ciudades del país están conectadas entre sí por un avanzado sistema de trenes de alta velocidad y con el resto del mundo por modernas infraestructuras aeroportuarias. Ciudades como Casablanca o Tánger atraen cada vez más inversión internacional gracias a las ventajas competitivas de Marruecos y, en pocos años, el puerto de TangerMed se ha convertido en una referencia mundial en el transporte de mercancías.
Las buenas cifras macroeconómicas de Marruecos hablan de una sólida gestión de las distintas administraciones que ha sido elogiada por los distintos organismos internacionales, aunque son aún necesarios mayores esfuerzos en la lucha contra las desigualdades entre el mundo rural y urbano, la erradicación del analfabetismo y la mejora de las condiciones materiales de gran parte de la población marroquí.
Por otra parte, el reinado de Mohamed VI ha supuesto un indudable avance en la protección de los derechos humanos y de la mujer, que deberán quedar plasmados en la próxima reforma de la Mudawana o Código de la Familia, y ha permitido a Marruecos seguir avanzando en la consolidación del Estado de Derecho. En este sentido, la Constitución de 2011 supuso un importante avance tanto en la protección de las libertades como en el reconocimiento de la diversidad de las identidades de Marruecos, base de la protección del componente amazigh de la cultura nacional.
En el discurso pronunciado este lunes con motivo de la Fiesta anual del Trono, Mohamed VI reconoció, con todo, la magnitud de «los retos» pendientes que aún afronta Marruecos, que, en palabras del monarca, «requieren mayores esfuerzos y vigilancia, así como soluciones novedosas y una gobernanza en la gestión».
Y si en el ámbito doméstico los avances han sido innegables, es en el exterior donde el crecimiento de Marruecos ha sido más destacado aún. El país magrebí se ha convertido en un influyente actor regional que, capaz de preservar sus privilegiados lazos de cooperación con sus tradicionales socios occidentales, ha apostado con éxito por diversificar alianzas en otras partes del mundo. Mención especial merece la vocación marroquí, resultado de una apuesta personal del monarca, por el continente africano, donde el país magrebí se ha posicionado en los últimos años como un importante actor político y económico.
La eficacia de la diplomacia marroquí ha recogido indudables frutos en los últimos años. La propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental, presentada ante Naciones Unidas en 2007, ha obtenido en los últimos años el respaldo de los principales socios de Marruecos. A finales de 2020, la Administración estadounidense reconoció por vez primera la soberanía marroquí sobre el territorio de la que fuera colonia española hasta 1976. Israel, Alemania y España llevarían a cabo en meses sucesivos manifestaciones semejantes de apoyo a la propuesta de autonomía marroquí.
El más reciente de estos logros en política exterior se confirmaba este mismo martes, cuando las autoridades francesas afirmaban que «el presente y futuro del Sáhara se inscriben en la soberanía marroquí». Uno de los grandes retos pendientes, con todo, para la diplomacia marroquí sigue siendo la profunda fractura existente en el ámbito del Magreb, que hace de la región una de las zonas menos integradas política y económicamente del mundo, a la que castiga el largo conflicto entre Rabat y Argel por mor de la soberanía del Sáhara.
Entretanto, Marruecos, y de manera especial el soberano alauí, sigue desempeñando un papel diplomático en aras de la búsqueda de una solución al conflicto de Oriente Próximo. En el discurso pronunciado este lunes con motivo de la Fiesta del Trono, el rey de Marruecos pidió «bloquear el camino a los extremistas, estén donde estén» con vistas a lograr un «alto el fuego concreto y permanente». En su alocución, Mohamed VI aseguró que «la seguridad y la estabilidad en toda la región sólo se completará en el marco de una solución de dos Estados, donde Gaza constituya una parte integral de los territorios del Estado palestino independiente».
La efeméride del 25º aniversario del ascenso al trono de Mohamed VI dejó, en fin, este lunes una feliz y esperanzadora noticia para la libertad de expresión en Marruecos: la liberación de tres periodistas que cumplían penas de prisión, además del indulto real a un total de 2.400 personas.
Por otra parte, las relaciones entre Marruecos y España llegan al 25º aniversario del ascenso al trono de Mohamed VI en un momento inmejorable. Tras varios meses de desencuentro diplomático, el apoyo del Gobierno español a la propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara en marzo de 2022 sentó las bases de la recuperación de la confianza mutua.
El espíritu de la nueva etapa quedó plasmado en las cumbres gubernamentales celebradas en Rabat en abril de 2022 y en febrero de 2023, donde ambos países fijaron una ambiciosa hoja de ruta para la cooperación en materia de seguridad, migratoria y económica. Desde 2013 España es el primer socio comercial de Marruecos, y el valor de las exportaciones y las inversiones españolas en el país norteafricano se han multiplicado en los últimos años. Además, ambos países, junto a Portugal, trabajan ya con ilusión en la celebración de la Copa del Mundo de fútbol 2030.