El Gobierno está enfocado en trasladar normalidad. «Este juez no va a cambiar la agenda del Gobierno», señalaban fuentes gubernamentales estos días. Tras quedar en el aire, el presidente del Gobierno ofrecerá finalmente esta mañana (a las 11:00 horas) la habitual rueda de prensa de balance del curso político en La Moncloa. En un primer momento en el entorno del presidente se valoró hacer la comparecencia a principios de semana, pero finalmente se ha fijado justo 24 horas después de la testifical ante el juez que investiga la causa contra su mujer, Begoña Gómez, en la que Sánchez decidió acogerse a su derecho a no declarar contra su cónyuge. También después de haber presentado una querella contra el juez Juan Carlos Peinado, a través de la Abogacía del Estado, por un presunto delito de prevaricación.
Aunque oficialmente la rueda de prensa se convoca a modo de cierre del curso político, antes del parón estival, y para hacer balance del cumplimiento de las políticas que se habían comprometido durante la legislatura; lo cierto es que estará capitalizada por el cerco judicial al presidente del Gobierno y su esposa. Más aún, cuando ayer el propio Sánchez emplazó a los medios a dar todos los detalles sobre esta cuestión en dicha comparecencia, evitando así hacerlo desde Palma, tras participar en el habitual despacho de verano con Felipe VI. Los periodistas le demandaron ayer y le demandarán hoy un pronunciamiento público sobre su declaración, en el turno de preguntas, y la rendición de cuentas que desde la oposición se le ha exigido sin éxito hasta ahora.
Más allá del horizonte judicial, el contexto político también requiere una valoración sobre el acuerdo recientemente rubricado entre ERC y el PSC para hacer presidente a Salvador Illa. A cambio de este apoyo, los socialistas aceptan «un modelo de financiación singular» para Cataluña en el que sea la Generalitat la que «gestione, recaude, liquide e inspeccione todos los impuestos soportados en Cataluña y aumente sustancialmente la capacidad normativa con coordinación con el Estado y la Unión Europea». Sánchez necesita cerrar el curso con un «éxito» y la investidura de Illa lo sería, pues supondría –tras el resultado del PSC en las elecciones del 12M– el aval definitivo a su política de distensión en Cataluña. Sin embargo, paradójicamente, este «éxito» puede esconder también una amenaza, la de la desestabilización para la legislatura, en caso de Junts no se entienda en el futuro concernido en seguir sosteniendo al Gobierno central.
