La percepción de si un nombre es "feo" o no es altamente subjetiva y depende mucho de gustos personales, incluso de la propia cultural o de las tendencias sociales. En España, como en otros países, lo que puede considerarse un nombre poco atractivo o anticuado para algunos, puede ser apreciado y querido por otros.
Así, no existe un consenso oficial ni una lista objetiva de "nombres feos". Como sí existen listas publicadas por instituciones como el Instituto Nacional de Estadística (INE) de los nombres más comunes en España, que van cambiando y reflejan las tendencias de cada comunidad.
Según los datos publicados por el INE el pasado mayo, los nombres más comunes entre las personas con menos de 10 años en España son Mia, Lya, Juno, Roma y Vega entre las chicas, y Neo, Teo, Amir, Cesc y Kike entre los chicos, siguiendo así la preferencia de elegir nombres muy cortos de los últimos años.
En 2022, entre las niñas recién nacidas el nombre más común fue Lucía, con 3.539 personas. En cuanto a los niños, Martín fue el más popular en el mismo año.
La Inteligencia Artificial sí ha dictado sentencia sobre el nombre "menos bonito" del mundo. Según Chat GPT, Gertrudis ocupa este puesto para la mayoría de personas.
Sin embargo, según reflejan los datos en España, el nombre Gertrudis se ha vuelto poco común entre las niñas recién nacidas, reflejando una tendencia de cambio en las preferencias de nombres. Actualmente, hay 4.208 mujeres con este nombre en el país, y su edad media es de 68,5 años, lo que indica que es un nombre más habitual en generaciones anteriores. Las provincias donde este nombre es más frecuente son Sevilla, Huelva, Cádiz, Málaga, Jaén y Murcia.
Un nombre considerado "feo" puede tener diversas repercusiones en la vida de una persona, especialmente durante la infancia y la adolescencia. Social y psicológicamente, puede impactar negativamente en la autoestima, generando vergüenza o inseguridad. Esto puede llevar a que los niños sean objeto de burlas, afectando su bienestar emocional y rendimiento académico.
Además, un nombre poco convencional puede complicar la aceptación social y profesional, ya que puede influir en las percepciones iniciales de compañeros de trabajo, limitando las oportunidades y el éxito laboral.
En el caso de Gertrudis, se suma además la dificultad de pronunciación del mismo, un punto que también puede limitar las relaciones sociales al crear una especie de barrera entre las personas.