Los Juegos Olímpicos no han podido empezar de mejor manera para la delegación española. En el primer día de competición después de la inauguración oficial tras la ceremonia inaugural, ya se ha ganado una medalla, la de Fran Garrigós, el guerrero de Móstoles que tomó la decisión hace tres años, en los momentos duros tras caer en Tokio, de seguir en el judo. Después de eso ha venido el oro en el Mundial de 2023 y esta medalla de bronce en categoría de -60 kilos que completa un palmarés que no cabe en un folio por los dos lados.
Rompe además la sequía de podios en este deporte en los Juegos, que se alargaba desde hace 24 años. Ha unido su nombre a los de Miriam Blasco y Almudena Muñoz, oros en Barcelona 92; Ernesto Pérez, plata en Atlanta 96, Yolanda Soler e Isabel Fernández, bronce en esa misma cita. A Isabel todavía le faltaba el gran golpe con el oro en Sidney 2000.
Lo de Fran Garrigós ha sido una batalla contra sus rivales y consigo mismo. Para empezar, por la tensión extra que suponen los Juegos, por las dos derrotas en el primer combate en sus anteriores experiencias olímpicas. En Río era joven, comprensible; en Tokio ya era uno de los mejores, pero tampoco le salió, y fue tal la decepción que incluso se planteó dejarlo. Estuvo dándole vueltas un tiempo, aunque seguía entrenando mientras pensaba. Una derrota en la siguiente competición resolvió la duda: le molestó perder, y la importancia que le dio le enseñó que su carrera como judoca no había terminado. La victoria en París contra el belga Verstraeten con punto de oro en un combate que se le complicó de verdad y que casi se le escapa en un par de ocasiones en las que perdió pie, acabó con esa maldición de la primera ronda y fue una liberación. “Mira los rivales, son los mismos de siempre, los has ganado a todos”, le decía su psicólogo, Pablo del Río, para que entendiera que pese a la Villa, al revuelo y a todo, al final en el tatami es lo mismo: centrarse en la estrategia e intentar llevarla a cabo.
Había una excepción en el “los has ganado a todos” del psicólogo. Había uno al que no, el japonés Ryuju Nagayama, su segundo oponente. “Seguimos insistiendo, que va a salir por ahí”, le gritaba Quino, el maestro, desde la grada. "Lo que intentamos con Fran es llevar a los rivales a su terreno, es un maestro en el suelo, es invencible ahí”, explicaba el maestro después. El judoca nipón fue atrapado por el español hasta que perdió el conocimiento. Le dejó grogui. Después hubo una protesta. “En judo cuando un competidor se queda dormido es Ippon”, explica Quino. Y el Ippon es la perfección, el “The End” de la pelea. “Sabíamos que esta vez le íbamos a ganar”, desveló Quino. Se llevó una pitada el asiático, por no dar la mano a Fran.
Garrigós ya estaba en la lucha por las medallas. En las semifinales tenía otro rival de cuidado, Yeldos Smetov, kazajo con mucha experiencia, plata en los Juegos de Río 2016 y bronce en Tokio 2020. Una roca que no pudo romper el español. “Ha empezado él dominando al principio el combate. Se ha ido igualando y me estaba empezando a encontrar bien. Pero en judo cometes un fallo y ya está. Me ha estrangulado en el suelo y nada, ahora a luchar por el bronce”, analizaba Fran, empapado en sudor y con la respiración todavía entrecortada. Su deporte es así: son cuatro minutos agotadores en los que puedes dominar, pero a la mínima, se acabó. Fue en el punto de oro, otro combate largo y exigente, aunque hubo un momento en el que estuvo cerca, casi vuelca a Smetov. El público francés, que dio un ambiente espectacular a la instalación montada en Campo de Marte, fue gritando y gritando... Pero el kazajo resistió esa embestida y luego dio la suya.
La lucha por la medalla de bronce iba a ser en el georgiano Giorgi Sardalashvili, el reciente campeón del mundo. Salió convencido el español, la mano de Quino en el hombre, el abrazo, el último consejo, y a la faena, a por el último esfuerzo. "Venga Fran, que ya lo tienes", se escuchó desde la grada justo antes de llegar al punto de oro, después de un comienzo en el que el español parecía que iba por detrás. Pero estaba creciendo. No le quería dejar ni un segundo de respiro el madrileño, en cuanto se levantaban se iba a por él. Es un judoca muy fuerte y al minuto y 19 lo consiguió. Se levantó y pegó un salto con los brazos en alto, mientras su rival estaba de rodillas en el suelo. Saludó al público Garrigós. Posó para las fotos y Quino lo levantó del suelo del abrazo que se dieron.
Fran, “un ejemplo de disciplina” y de "estar siempre al cien por cien", según Quino; militar de formación, ya que es sargento reservista del Ejército del Aire y del Espacio, graduado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte, ya tiene su medalla olímpica.
Quino tiene una relación muy especial con sus alumnos y el día fue muy agitado para él. Desde su pequeño gimnasio de Brunete ha llevado a cinco judocas a París. Con Fran Garrigós y Laura Martínez no pudo parar este primer día. Los combates de ambos se iban sucediendo, bajo la atenta mirada de Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, que estuvo en las gradas. La madrileña venció a Mary Dee Vargas, Milica Nikolic y Abiba Abuzhakynova. Cedió en semifinales ante la campeona del mundo, la mongol Bavuudorj, que después caería en la lucha por el oro con la japonesa Nagayama. En la pelea por el bronce, Laura cedió contra la francesa Shirine Boukli, que puntuó después de pedir la revisión en vídeo. Para Laurita eran sus primeros Juegos, y peleó con todo hasta el final.