París, la ciudad de la luz... y de la lluvia (uno de los secretos mejor guardados de la capital de Francia) ofreció una ceremonia inaugural diferente, que tuvo momentos brillantes y otros no tanto. Por un lado, porque el agua que cayó del cielo restó protagonismo al agua que tenía que haberlo tenido todo, la del río Sena, desintoxicado a tiempo para el show. No se puede negar la espectacularidad y la valentía de la primera ceremonia que sale del estadio, sobre todo como producto televisivo al principio, pero fallaba en vivo en el aspecto de la emoción: en un estadio, los "oh" se multiplican a cada momento, todo está concentrado en un sitio. En el recorrido de seis kilómetros por el Sena los gritos llegaban repartidos, pero también había momentos de frialdad cuando todo lo que había que ver estaba en las pantallas. Eso, en el camino, porque al final estalló todo en la plaza de Trocadero, en una conclusión estratosférica en la que apareció... Rafa Nadal.
Desde el puente de Austerlitz hasta el de Jena fueron desfilando las 206 delegaciones en barcos. La ceremonia comenzó con un impactante vídeo en el que Zidane llevaba la antorcha, pero el metro en el que se monta se detiene, por lo que tiene que entregar el fuego sagrado a unos niños para que se lo den a un enmascarado. Este prólogo dio paso al recorrido dividido en doce partes llamadas encanto, sincronía, libertad, igualdad, fraternidad, hermandad, deportividad, festividad, oscuridad, solemnidad y eternidad, en el que se fue repasando parte de la historia de Francia mientras el desconocido hacía de hilo conductor con la llama y avanzaba por tejados y edificios mientras los deportistas lo hacían por el Sena, todos destino Trocadero. Por el paso de cada puente, se iban presentando los equipos. El primero fue el de Grecia, como manda la tradición. El último, el de la anfitriona. Cantó después Lady Gaga, que no defraudó.
En el trayecto de las embarcaciones, los Miserables, el cancán y el Moulin Rouge, la creación de las medallas con trozos reales de la Torre Eiffel, guardadas en un baúl y escoltadas, cómo no, por el hombre que más tiene, Michael Phelps; y por Martin Foucarde, el francés cinco veces campeón olímpico en biatlón; la reconstrucción de Notre Dame, el Louvre, el robo de la Mona Lisa, como en 1911, pero esta vez ejecutado por unos Minions; el cine y los hermanos Lumiere, la revolución francesa, la Marsellesa como homenaje a varias mujeres que han marcado la historia de Francia. Todo mezclado con modernidad como el breaking, la novedad de estos Juegos. Deporte y arte, que es lo que quería ofrecer el espectáculo.
La presentación de España tocó en el tramo de «fraternidad», entre el Puente Real y la Pasarela Leopold Sédar Senghor, con Marcus Cooper y Támara Echegoyen como abanderados. La lluvia y los chubasqueros no rompieron el colorido, la fiesta, los gritos. Compartieron barco con Estonia.
Poco después de la salida de Francia, llegó la «festividad», para dar paso a la «oscuridad» justo cuando ya se hizo de noche, para recordar la parte más fea del mundo y lanzar un mensaje de paz con la canción «Imagine» interpretado por Sofiane Pamart al piano y Juliette Armanet a la vez. Fue emotivo, como el siguiente tramo con imágenes de la historia de los Juegos mientras una amazona a caballo sobre el Sena unía la bandera olímpica con las demás. Ya en Trocadero, donde estaban los VIP y los casi 100 jefes de Estado y de gobierno, entre ellos los Reyes de España, llegaron los discursos oficiales de Macron, Bach; del presidente de París 2024, Tony Estanguet y de la alcaldesa Anne Hidalgo.
Quedaba por resolver el misterio de la antorcha. El enmascarado se la devolvió a Zidane y este... A Rafa Nadal, en la ciudad donde se ha hecho eterno. El tenista español se montó en un barco con Carl Lewis, Serena Williams y Comaneci, todo leyendas del deporte. El fuego se lo pasaron a algunos de los mejores deportistas franceses (Mauresmo, Tony Parker, Manadou...) y a paralímpicos, que pasaban por el Louvre, el Arco del Triunfo... El campeón olímpico francés vivo más viejo, Charles Coste, dio paso a los últimos relevistas: la atleta Marie-José Perec y el judoca Teddy Riner, que encendieron el pebetero, que estaba en el Jardín de las Tullerías. Mientras Celine Dion cantaba "L'Hymne à l'amour" de Édith Piaf en una Torre Eiffel que llevaba ya un rato con un espectáculo de luces inigualable.
Los Juegos Olímpicos de París ya han comenzado.