El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunirá mañana con el jefe del Ejecutivo catalán en funciones, Pere Aragonés, en el Palau de la Generalitat en plena negociación entre republicanos y socialistas para alcanzar un acuerdo que haga posible la investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat. Hace una semana que estas conversaciones amenazaron con descarrilar y el “pesimismo” se había instalado en filas socialistas y republicanas. Los principales actores de la negociación, el propio Salvador Illa y la secretaria general de ERC, Marta Rovira, se pusieron manos a la obra y en estos días el goteo de acuerdos ha allanado la negociación que sigue teniendo la financiación “singular” como principal escollo.
Los primeros movimientos se registraron en Hacienda. En el mes de junio se hizo público el reparto de pagos a cuenta en 2023. Cataluña recibió 23.225 millones de euros, un 18,8% del total, un porcentaje curiosamente similar al previsto en la disposición adicional del Estatut que llevaba años sin cumplirse. A finales de la semana pasada, el Gobierno anunció el reparto de 154.467 millones a cuenta para el 2024 y nadie duda que se cumplirá de nuevo este porcentaje.
En esta semana, se pisó el acelerador. Ayer, lunes, la comisión mixta cerró el traspaso de Rodalies, la línea R-1, con una financiación de 1.520 millones más un fondo adicional de 150 millones para investigación y becas universitarias. Ese mismo día, la consejera de Economía, Natalia Mas, anunció la condonación de 15.000 millones de deuda de la Generalitat.
Sin embargo, siguen los escollos. El Govern ha aprobado la ampliación de la ZEPA -zona de protección de aves- de forma sorpresiva que pone en cuestión la ampliación del aeropuerto. Lo hizo el Govern a pesar de que el Parlament reprobó a la Consejería por esta ampliación, que no ha gustado en filas socialistas. El lunes también, Marta Rovira firmaba en La Vanguardia un artículo en el que lanzaba un órdago al PSC: o pacto fiscal o elecciones.
“Hacen lo que tienen que hacer mirando a sus bases”, apuntan fuentes socialistas que creen posible un punto de encuentro porque la “soberanía fiscal tiene otros encajes”. Los socialistas no interpretaron el artículo como un ultimátum, sino como un mensaje posibilista a las bases de ERC que tienen la última palabra tras la firma del acuerdo. Unas bases que están de uñas con la dirección por el escándalo de la campaña contra Ernest Maragall en las municipales -Fuera Alzheimer de Barcelona, rezaban bajo una foto de los hermanos Maragall- que salió, y se pagó, desde el partido y por los malos resultados de las últimas elecciones. Además, estas bases han sido atizadas contra cualquier pacto con los socialistas que “han sido demonizados”. Solo una posición común entre Rovira y Junqueras, que mantiene un discreto silencio, puede ser una garantía para que las bases se pronuncien y se evite una repetición electoral. En este escenario, hay que seguir teniendo en cuenta los movimientos de Puigdemont que tratará de posicionar a las bases republicanas en contra y forzar una repetición electoral, manteniendo incluso la posibilidad de una lista única independentista.
Los socialistas no apuestan por un cupo similar al vasco, pero defienden un nuevo modelo de financiación. ¿Cuáles son los caminos que hagan posible el acuerdo? Entre ellos, el desarrollo de la gestión tributaria entre la agencia catalana y la estatal prevista en el Estatut, situada dentro de la Constitución por el propio Tribunal Constitucional, y el reconocimiento del principio de ordinalidad que implicaría un cambio en la LOFCA. Cataluña ahora aporta al sistema en la tercera posición y recibe recursos en el décimo lugar, o en el puesto catorce en función de cómo se hagan los cálculos. El principio de ordinalidad pone orden y una comunidad mantiene la misma posición en el ranking aportando y recibiendo recursos, poniendo unos ciertos límites a la solidaridad.
Sánchez y Aragonés no se habían visto desde la celebración de las elecciones catalanas y su encuentro transmite un mensaje positivo sobre la marcha de las negociaciones en Cataluña, pero también de que el Gobierno de Sánchez respalda a Salvador Illa. De hecho, ambos presidentes no se habían visto desde el 23 de diciembre pasado cuando, también en el Palau, firmaron diversos acuerdos para mejorar el transporte público, reducir la desigualdad, garantizar el derecho a expresarse en todas las lenguas oficiales del Estado e impulsar la reindustrialización de Cataluña, aprovechando la transición digital.
Sin duda, el encuentro de mañana entre Sánchez y Aragonés puede significar un paso de gigante para alcanzar un acuerdo. Luego solo quedará convencer a las bases de ERC.