Según el portal inmobiliario Fotocasa, el precio de alquiler de un inmueble de 80 metros cuadrados ya supera, como media en el conjunto del país, los 1.000 euros mensuales. La cifra, además, no tiene visos ni de frenarse ni de revertirse, porque se debe a un desequilibrio estructural mucho más profundo entre la oferta y la demanda de vivienda: la nueva oferta de inmuebles se halla desplomada en los niveles más bajos de su historia y, en cambio, la demanda tanto nacional como extranjera lleva años aumentando por diversos factores (crecimiento económico, inmigración, aumento del número de hogares por menor tamaño de las familias, concentración de la población en los principales núcleos urbanos…).
Como decimos, mientras no se ataje este problema de raíz, este desequilibrio fundamental, no hay razones para pensar que las tendencias actuales vayan a cambiar de manera sustancial… y por desgracia nuestros políticos no muestran el más mínimo interés en revertirlo. Tomemos el caso del Gobierno de España: pese a que el PSOE lleva gobernando en nuestro país desde hace más de seis años, es decir, prácticamente el mismo tiempo que estuvo Rajoy en el poder, parecería que su política de vivienda no tiene ninguna responsabilidad en la situación a la que hemos llegado. Y no solo me estoy refiriendo a su nefasta Ley de la Vivienda, que al encarecer y dificultar los alquileres ha logrado que haya aún menos oferta en el mercado del alquiler, sino sobre todo a su pasividad e inacción hacia el incremento de la oferta de vivienda: recordemos que el propio Pedro Sánchez prometió la construcción de decenas de miles de nuevas viviendas durante la última campaña electoral… y tales promesas de momento han quedado en nada.
El incumplimiento (o la falta de celeridad en el cumplimiento) de esta promesa electoral podrá parecer un asunto menor, pero considerando que la insuficiencia de oferta es la causa fundamental del encarecimiento de la vivienda en España, semejante parálisis nos ayuda a poner en perspectiva el desinterés con el que el Ejecutivo afronta este reto. Y mientras la política siga obstaculizando la edificación, tanto horizontal como vertical, de nuevas viviendas, su precio continuará subiendo.