¿Nunca se han preguntado por el origen de 'Blancanieves', 'Caperucita roja', 'La Cenicienta' o 'Pulgarcito', entre otros cuentros populares, adecuadamente edulcaros y adaptados para el consumo de los niños?
¿Y si resulta que los protagonistas de 'Hansel y Gretel' o 'Rapunzel' no "fueron felices" ni "comieron perdices" tal y como marca la pauta clásica de la narrativa infantil?
Cuentos (relatos orales en su origen), todos ellos (y muchos más de gran fama) popularizados al alimón, que no escritos, durante la primera mitad del siglo XIX por Jacob y Wihem, los famosos hermanos Grimm.
Resulta que próximamente (el 1 de septiembre) llega a España el libro 'Los cuentos de los hermanos Grimm en el mundo' (editorial Síntesis), una recopilación de los relatos de los cuentistas germanos que la filóloga especializada en dicho país Isabel Hernández, bajo la coordinación de Paloma Sánchez, donde puede apreciarse el germen del famoso volumen 'Cuentos de la infancia y del hogar', obra de Jacob y Wilhelm.
'Cuentos de la infancia y del hogar' no sólo llegó a ser el libro alemán más traducido a otras lenguas, sino que además contribuyó a la conformación del género del cuento popular tal como hoy lo conocemos. Que dicho aporte tuvo lugar a través de traducciones a otras lenguas es lo que pretende poner de manifiesto su autora en esta obra que demuestra, haciendo diversas calas en distintas literaturas, cómo esta la publicación de los hermanos Grimm llegó a formar parte de la cultura universal y se ha hizo merecedora por ello del título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La propia Isabel Hernández, Filóloga Alemana en la Universidad Complutense de Madrid, también tradujo recientemente 'El sastre que llegó al cielo y otros cuentos' (Nórdica libros) donde reúne diecisiete historias que no fueron objeto de las alteraciones llevadas a cabo por Wilhelm, y son, por tanto, las que se hallan más cerca de la fuente de la que fueron extraídas...
Un origen del que manan estas historias, ligado a su éxito que se debe a que en muchos lugares su versión escrita ha desplazado casi por completo a las que seguían vivas en la tradición oral local.
Los textos se fueron adornando y, a veces, censurando de edición en edición debido a su extrema dureza. Los Grimm se defendían de las críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños. Pero, para satisfacer las exigencias del público burgués, tuvieron que cambiar varios detalles de los originales. Por ejemplo, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el bosque (cuyo significado simbólico no se reconoció) no coincidía con la imagen tradicional de la madre de la época. También hubo que cambiar o, mejor dicho, omitir alusiones sexuales explícitas.