No cabe ninguna duda de que el centro global del yihadismo en 2024 es África Occidental en general y el Sahel en particular. Ni Irak, ni Siria, ni Irán. África Occidental y el Sahel. Los números lo demuestran. Hace pocos meses, el informe conocido como Global Terrorism Index (GTI), publicado con los datos de 2023 referentes a los ataques terroristas ocurridos en todo el mundo, indicó que dos de los tres países más afectados por el terrorismo en 2023 eran Burkina Faso (1º) y Mali (3º). Nigeria (8º) y Níger (10º) estaban igualmente ubicados en el “top 10”, de manera que más de la mitad de las muertes registradas en el informe tuvieron lugar en la franja del Sahel. Tampoco caben muchas dudas sobre las altas posibilidades que tiene Níger de escalar varios puestos en el informe que se publique con la información de 2024.
Los grupos terroristas también tienen sus propios informes, que publican periódicamente en varios idiomas y con fines evidentemente propagandísticos, aunque no por ello dejan estos informes de resultar útiles para leer los acontecimientos actuales. Así, el Estado Islámico difundió recientemente su hoja de resultados del año 1445 AH, y sus cifras siguen una línea similar a la del Global Terrorism Index. Si los terroristas alardean de haber asesinado a 187 personas en Irak y 500 personas en Rusia, los números se disparan a la hora de mencionar el continente africano. Según sus propias estadísticas, los yihadistas acabaron con 1.057 personas en África Occidental, 889 personas en el Sahel y 994 en África Central. Ninguna otra región del mundo tiene cifras superiores a las de estas tres regiones africanas. Cabe igualmente a destacar la letalidad de los ataques en el Sahel; mientras que en Mozambique hicieron falta 97 ataques para acabar con la vida de 241 personas, en el Sahel bastaron 90 ataques para asesinar a 889.
Los números ofrecidos por el ISIS deben ser tomados con precaución. Aseguran haber destruido 1.565 casas y granjas y 46 cuarteles, igual que definen como “cruzados” a 1.920 de sus víctimas, y resulta probable que las cifras hayan sido infladas con fines propagandísticos. Pero caben pocas dudas de que el punto más letal del planeta son hoy el Sahel y los países de África Occidental afectados por el yihadismo armado. Y que los ataques son más efectivos en el Sahel que en África Central, aunque la relación ataques-muertes sigue siendo mayor en África Central que en la región que el ISIS identifica como África Occidental.
Se pueden sacar muchos detalles de las estadísticas mencionadas. El primero, que la lucha antiterrorista liderada por las juntas militares del Sahel en asociación directa con Rusia (y ayudadas por el armamento chino y turco, que pasa por vehículos blindados y drones de combate) sigue trayendo resultados catastróficos para la población local. Un repaso a los ataques ocurridos en este mes de julio en Mali, Níger y Burkina Faso podría servir para comprender esta situación:
El 18 de julio, un convoy que acompañaba a trabajadores chinos fue atacado cuando se dirigían a la mina de oro de Kambou-Soukoney (Níger); los militares persiguieron a los atacantes pero cayeron en una emboscada y perdieron tres vehículos. El 16 de julio, los terroristas atacaron una aldea en el departamento de Ouarkoye (Burkina Faso) y asesinaron a un profesor y a dos milicianos. El mismo día, otro ataque en el departamento de Gorom-Gorom (Burkina Faso) terminó con la vida de seis milicianos. El 15 de julio, tres civiles fueron asesinados por el JNIM en la región de Mopti (Mali). El mismo día, perdieron la vida 7 civiles cerca de la localidad de Tillabéri (Níger). Entre los días 16 y 12 de julio se registraron repetidos ataques en localidades al este de Burkina Faso, que se saldaron con la muerte de 5 milicianos y más de 13 civiles. Otro ataque ocurrido el 12 de julio en la localidad de Bomborokuy (Burkina Faso) resultó en la muerte de 20 civiles y un miliciano. La misma localidad ya fue atacada el 25 de julio, ataque en el que fueron asesinados 19 civiles. Siete militares nigerinos murieron en un ataque ocurrido el 10 de julio cerca de la ciudad de Tahoua (Níger). Otros catorce militares murieron en Tillabéri (Níger) el siete de julio. Y cuatro nómadas fueron asesinados el 5 de julio, otra vez cerca de Tahoua (Níger). Y cerca de 20 civiles fueron asesinados en la región de Mopti (Mali) el 1 de julio.
Mientras los ataques se reparten entre filiales del Estado Islámico y de Al Qaeda en el Sahel, la mayoría de las muertes señaladas en África Central han ocurrido en República Democrática del Congo, donde el grupo conocido como las Fuerzas Aliadas Democráticas (ADF por sus siglas en inglés), unido por fuertes lazos al Estados Islámico, es responsable de los ataques a cristianos y poblaciones animistas del este del país. Sin ir más lejos, las ADF atacaron esta semana una aldea del territorio de Beni y asesinaron a 37 personas, quemaron 9 casas y secuestraron a un número indeterminado de personas. Cabe a destacar que varias de las víctimas fueron decapitadas y que las ADF ya protagonizaron en el mes de junio otra matanza que se saldó con 80 muertes, según confirmó el propio grupo terrorista.
Entonces es oficial. Grupos como Boko Haram, el JNIM, el EIGS o las ADF (siglas absolutamente desconocidas para el público general europeo) han asesinado este año a miles de personas, secuestrado a cientos, incendiado aldeas anteras y desatado el terror más absoluto… en medio de un silencio voraz que consume vidas. Algún mal pensado dirá que no se les da la debida importancia porque el color de piel de las víctimas no es lo suficientemente claro. Pero seguro que la razón es otra.