A solo tres horas de Washington DC se encuentra la casa de descanso del presidente Joe Biden en Delaware. Allí el mandatario pasa los que pueden ser los últimos días como candidato del Partido Demócrata.
El mandatario evalúa con su círculo más íntimo los próximos pasos en medio de un frenesí de decisiones que parecen cambiar con frecuencia. Tras el discurso de Donald Trump durante la Convención Nacional Republicana, Biden anunció que, lejos de dar un paso al costado, este lunes regresaría a sus actividades de campaña y recuperado de su diagnóstico de covid-19 que lo mantiene en autoaislamiento.
Biden aún cree -a pesar de las encuestas y lo filtrado por voces de su propio partido- que es el único demócrata que puede derrotar a Donald Trump. Según el "New York Times", esa confianza está alimentada principalmente por un grupo de leales asesores que lo han acompañado durante gran parte de sus cincuenta años de vida política, y también de la primera dama, Jill Biden.
El demócrata está acostumbrado a ganar elecciones con dificultad, pero siempre resultando victorioso. Hasta hace poco confiaba que estos comicios no fueran la excepción, pero finalmente parece que Biden se ha rendido a los crecientes llamados de figuras determinantes para el partido que lo han puesto contra la pared. Los principales medios estadounidenses creen que los últimos en poner presión han sido Nancy Pelosi, la expresidenta de la Cámara de Representantes, y el mismismo Barack Obama, para quien Biden sirvió ocho años como vicepresidente. Ambos estarían utilizando su influencia para hablarle al oído al mandatario y convencerlo de renunciar, situación que tendría bastante molesto al político de 81 años.
La fecha del anuncio de retirada no se ha concretado, pero una cosa parece segura según fuentes internas que hablaron con el New York Times: no será antes del miércoles, cuando Biden reciba al primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, a quien “no quiere darle la satisfacción” de verlo en el que puede ser el peor momento para cualquier político de carrera.
Más allá de los sabidos desencuentros entre Biden y Netanyahu, la Casa Blanca ha priorizado la ayuda militar a Israel en su guerra contra el grupo terrorista Hamás. Sin embargo, el demócrata también ha sido vocal sobre el padecimiento de los civiles en Gaza y se ha mostrado abierto a una solución de dos Estados en el conflicto con Palestina, una retórica que molesta a Tel Aviv.
Pero la apuesta de anunciar su retiro después de la visita de Netanyahu tendría una ramificación más allá de la emocionalidad. El primer ministro israelí es un político inteligente que en pasado se ha mostrado más cercano a las políticas de Donald Trump, así que Biden no quiere contribuir a la óptica de que los demócratas tienen una Administración saliente. A pesar de todo, la política exterior ha sido uno de las perlas de su gobierno.
La presión para que Biden llegase a este punto ha venido desde varios frentes tras su desastroso debate ante Trump el pasado 27 de junio
Más de 30 congresistas de su propio partido se han unido para intentar botarle de la carrera, pidiéndole que “ponga al país primero”. El “complot” llegaría tan arriba como a la cabeza de Chuck Schumer, el líder de la mayoría del Senado.
Según los reportes, sus copartidarios han indicado a los donantes del partido que están planificando activamente sus próximos pasos. Y es que aunque se hayan puesto de acuerdo en que Biden debe renunciar, eso no significa que todos los demócratas respalden tras bambalinas una candidatura de la vicepresidenta Kamala Harris como cabeza de ticket.
Recientemente, la congresista por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortes -que respalda la permanencia de Biden- aseguró que esa inconformidad interna con las opciones que el partido tendría tras el retiro del actual mandatario deberían ser suficientes para pensarse dos veces lo que están haciendo.
Ocasio-Cortes es una voz prominente dentro de las juventudes demócratas de carácter más progresistas. La legisladora ha dicho que fue su propio partido el que se rindió al no abrazar lo suficiente a Biden ante las críticas por las dudas frente a sus capacidades físicas y cognitivas, filtrando a la prensa conversaciones naturales que se llevan en privado.
Pero el daño ya está hecho y ella, como otros, temen que las dudas internas sobre Harris retrasen aún más la unidad del partido. También podrían venirse, tras una renuncia de Biden, desafíos legales por parte de los republicanos para intentar retrasar cualquier movida demócrata, incluso abriendo la posibilidad de que el reemplazo del ticket sea llevado a los tribunales en algunos estados.