A sus 87 años, el historiador, residente en Barcelona, se ha embarcado en una monumental investigación sobre los usos y costumbres de los ciudadanos europeos, y especialmente de los españoles, entre los siglos XVI y XVIII, en la que se conoce como era preindustrial, Edad Moderna o Renacimiento, según preferencias. Un tiempo sujeto a importantes cambios científicos, políticos y religiosos; y, por tanto, de convulsiones varias. En «España y la creación de Europa», Kamen desmonta la cacareada singularidad de nuestro país con un detallado análisis sociológico, en buena medida costumbrista, de los europeos de a pie. Tras la lectura de sus casi 600 páginas de prosa limpia, siguiendo la tesis marcada por el prestigioso hispanista, uno sale con la idea de que los españoles de aquella época estaban más integrados en el viejo continente que lo que solemos pensar. Y, en cambio, por contraste, el intercambio cultural con América queda a la sombra del cambalache hispano-europeo. El británico defiende la integración de los españoles en la cultura europea, y, recíprocamente, la fuerte influencia de «lo español» en el espectro continental.
Hace muy poquito hubo elecciones europeas...
Visto las recientes elecciones europeas parece que casi nadie sabe nada sobre Europa porque no interesa. En España, desde luego. Gran parte de los ciudadanos europeos no se sienten parte de una entidad social que se llama Europa. Me pregunto cómo es que los países tienen tanta indiferencia hacia una entidad realmente tan importante.
En su ensayo fecha la creación de una identidad europea con la caída de Constantinopla a manos turcas frente al temor a una invasión islámica. También se refiere al viejo continente de los siglos XVI a XVIII como una población de jóvenes. ¿Ahora estamos ante el ocaso de nuestra cultura común por el envejecimiento de la población y a la masiva inmigración de los hijos del Islam, cuyas costumbres pueden reemplazar las nuestras?
Los continentes pueden cambiar de aspecto y de naturaleza dependiendo de los actores y los factores. Eso no ha pasado evidentemente en territorios orientales como China y Japón. En cambio, sí ha sucedido en África con la invasión de los europeos sobre su superficie. Y ahora puede ocurrir también en Europa con el aumento de la inmigración descontrolada.
¿Los españoles acaso no tenemos, ni teníamos por aquel entonces, más similitudes culturales con Hispanoamérica que con Europa?
No creo. Es cierto que en la enseñanza española se le da más relevancia a la experiencia americana de España en el nuevo mundo como si la gran experiencia de España fuese América. En cambio, por lo que veo, la gran expresión internacional de aquella época, en el Siglo de Oro, era Europa, donde vivían muchos más españoles que en América. La presencia española en todos los sentidos era más fuerte en Europa: la cultura, la literatura, el arte, y evidentemente la presencia militar. Entonces no había ni un soldado español en todo el continente americano.
Una expresión cultural genuinamente española como los toros sí caló bastante en Hispanoamérica; en cambio, en el viejo continente, salvo el sur de Francia, no es que no haya empapado, es que es visto como algo bárbaro...
Resulta algo en lo que no he pensado nunca... Pero, personalmente, considero que actos culturales como la tauromaquia no son una práctica esencial a la entidad española. En el siglo XVIII hubo un intento del gobierno español de difundir los toros por todo el país, demostrando que en el norte de España (Galicia, Cantabria, Cataluña y el norte de Aragón) no sabían nada de toros. No me parece acertado identificar una pequeña práctica cultural de minoría con lo genuinamente español.
Cuenta usted que los europeos de aquellos tiempos dedicaban mucho más tiempo al ocio que nosotros...
Entonces tenían otro concepto de ocio: pasaban muchas horas en las iglesias, en las procesiones, en las fiestas... Era un mundo tan diferente que el mismo concepto de ocio hay que interpretarlo de otra manera.
Esta idea original de Europa de la que hablamos dio lugar a los modernos Estados-naciones. Cuenta usted más de 500 continentales en torno a 1500. ¿La integración de estas naciones en los Estados no ha sido acaso y es una importante fuente de conflictos?
Hay muchos pueblos que por tener un idioma propio dicen que son naciones, y no lo son. En el siglo XIX los políticos empezaron a crear naciones inestables. Checoslovaquia y Yugoslavia, compuestos por sociedades distintas, eran conceptos falsos desde el principio. También había bastante inestabilidad política en España...
Al hilo de esa inestabilidad nacional, ¿es entonces Cataluña una nación?
Puede ser. Pero el concepto de nación es muy difuso.
En su nuevo libro habla del mapa de «Europa regina», donde España es la cabeza coronada de Europa. Es un mapa que ya nos descubrió Elvira Roca Barea en «Fracasología»...
¿Quién es esa señora? Respecto a la imagen de «Europa regina», presentada a Carlos V, tiene la intención de mostrar una Europa unida (la cabeza en España, el corazón en Bohemia y su triunfo en Sicilia y Nápoles) frente a sus enemigos.