El liderazgo de Santiago Abascal ha quedado sometido a una dura prueba después de la decisión inaudita de romper ayer los pactos de gobierno con el PP con la excusa de su negativa a que las comunidades en las que gobierna en coalición con los populares cumplieran con los acuerdos firmados en materia de solidaridad con Canarias en la acogida a poco más de un centenar de menores no acompañados, de los seis mil que están hacinados en el archipiélago a la espera de una solución institucional a la situación en la que se encuentran.
El relato de lo que pasó a lo largo del día de ayer ya es prueba de la que se le viene encima al mando nacional de Vox. Es un partido jerárquico y vertical, pero con un poder territorial que se ha sostenido dentro de su debilidad gracias a los acuerdos de gobierno que firmaron tras las últimas elecciones autonómicas. No tienen fortaleza orgánica y avanzan en la misma dirección que siguió en su día Ciudadanos. El gran riesgo de Abascal es que sus dirigentes autonómicos y provinciales inicien una fuga hacia el PP por discrepancias con el cesarismo de Madrid o por mantener sus responsabilidades institucionales.
Los cargos de Vox hicieron ayer casi más llamadas a compañeros de gobierno del PP que a su dirección. Esta se cerró en banda, sin filtrar ninguna información ni atender las llamadas que recibían desde los segundos niveles. Castilla y León, Extremadura, Valebcia..., tres ejemplos de autonomías donde los que todavía hoy siguen representando a las siglas de Vox intercambiaron conversaciones con presidentes autonómicos y otros dirigentes del PP. En algunos casos para mostrar su discrepancia con la decisión de Abasxal. Y en otros para ir pidiendo acogida en la casa popular. La respuesta no fue la misma en todas las situaciones, pero en Génova creen que, salvo que sean perfiles marcados ideológicamente por su radicalidad, y contradictorios con las señas del PP, es sensato hacerles hueco.
La dirección nacional del PP tiene que jugar ahora con inteligencia su posición en el medio, entre el PSOE y Vox. Es una oportunidad, pero también un reto conseguir seguir ensanchando por la derecha si son capaces de presentarse como alternativa. Ese campo, por tanto, no lo pueden dejar descubierto. La captación de dirigentes de Vox supone una nueva operación Ciudadanos, que desestabilizaría a Abascal.
Además, no hay prisa en las comunidades para convocoar elecciones. Ahora llega el momento, según el primer análisis realizado, de aprovechar la situación para obligar a Vox a retratarse en votaciones, con la confianza puesta en que puedan echar encima del partido de Abasdal la responsabilidad de no poder gobernar.
"Al de Madrid le sobra testosterona", "nos hemos dejado abducir por Orbán y por Putin"; "es el principio del fin porque la inplosión interna es incontrolable"; "el partido se queda en los cuatro que mangonean en Madrid".... Reflexiones de este tipo fueron las que llegaron ayer a dirigentes territoriales del PP muy señalados por la responsabilidad que ocupan.