Hace ahora dieciocho años mantuve una comida con Juan Miguel Villar Mir, el empresario y político recientemente fallecido. Tenía interés en conocer cómo se había gestionado la economía en el primer Gobierno de la Monarquía tras la muerte de Franco, en el que fue vicepresidente. España estaba sumida entonces en una grave crisis económica y también social y política. Padecíamos todavía, y de qué manera, las consecuencias de la subida espectacular del precio del petróleo a partir de 1973, que puso al mundo patas arriba. La conversación derivó después a los asuntos de la actualidad en esa segunda mitad de la primera decena del siglo XXI y pregunté algo así como ¿qué dos peticiones plantearía al Gobierno actual (era el de Rodríguez Zapatero) y cuáles son los principales problemas de las empresas españolas? Recuerdo perfectamente su respuesta, porque yo pensé que se iría por las ramas. Y no fue así. Sucedió todo lo contrario. De entrada, me habló de la educación y dijo que lo primero que hacía falta era prestigiar la Formación Profesional (FP) y potenciarla para que preparase a los trabajadores cualificados de distinto tipo que ya entonces necesitaban las empresas y demandaba el mercado la laboral español, sin que los encontrase. Sobran universitarios y faltan técnicos salidos de las diferentes ramas de la FP, agregó con total seguridad, antes de reconocer que eso no se solucionaba de un día para otro. A continuación, destacó su segunda preocupación o problema: el coste de la luz y el precio de la energía eléctrica, mucho mayor que los existentes en los países de nuestro entorno, que hacía que las empresas españolas, especialmente las que eran muy intensivas en el consumo de electricidad, no fuesen competitivas. Acto seguido señaló que eso sí que tenia solución a corto plazo, porque se trataba de una decisión del Gobierno de turno. Casi veinte años después, estos dos asuntos, el de la FP y el del coste de la luz siguen de plena actualidad, según hemos podido comprobar recientemente en diversas declaraciones de empresarios y de sus organizaciones. ¿Se cogerá de una vez por todas el toro por los cuernos, se prestigiará la FP, se reformará esta enseñanza y se adecuará a las necesidades de las empresas? Otro tanto cabe decir del precio y del coste de la luz. La esperanza es lo último que se pierde, pero la verdad es que cuesta mucho mantenerla.