Como el último miembro de la OTAN en lo que a gasto militar se refiere. Al menos, según las estimaciones de la Alianza Atlántica para 2024. Pero si se mira a las estadísticas consolidadas, las de 2023, España tampoco sale mejor parada: el antepenúltimo que menos porcentaje de su PIB destina a defensa. Con esta mochila llegó anoche el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Washington (EE UU) para participar en la Cumbre de la Alianza, en la que no solo estará presente la invasión de Ucrania por parte de Rusia o la guerra en Gaza, sino también el esfuerzo de los aliados para alcanzar ese 2% del PIB al que se comprometieron en 2014. Entonces, el plazo para lograrlo era 2024, algo que al final de año habrán cumplido, según esas previsiones, 23 de los 31 socios (sin contar a Islandia, que carece de Fuerzas Armadas). Pero España ha ido retrasando ese objetivo y ahora la fecha marcada por el Gobierno es 2029. Hasta entonces queda un largo camino desde el 1,28% con el que concluirá este ejercicio. Un camino de unos 14.000 millones extra.
Pese a ello, Sánchez llega a esta Cumbre con un discurso ya clásico que se centra, por un lado, en insistir en que España alcanzará el 2% del PIB en gasto militar en cinco años, por lo que pedirá tranquilidad al resto de miembros. Y, por otro, recordando el compromiso de las Fuerzas Armadas españolas con la seguridad colectiva tras haber aumentado el número de efectivos en las diferentes fuerzas de disuasión aliadas (terrestres, navales y aéreas) tras la solicitud de la OTAN para hacer frente al desafío ruso. Incluso se ha sumando a nuevas misiones, liderando algunas de ellas, como el batallón de Eslovaquia con casi 800 uniformados.
Pero la realidad es que España, a ojos de la Alianza, no ha hecho los deberes y cierra el grupo de ocho países que aún no han cumplido, siendo Croacia (1,81%), el que más cerca está de lograrlo, seguido de Portugal (1,55), Italia (1,49), Canadá (1,37), Bélgica (1,30), Luxemburgo (1,29) y Eslovenia (1,29). Todos invierten más que en porcentaje del PIB.
Pero además de volver a comprometerse a llegar a esa cifra, Sánchez llega a la Cumbre con un mensaje que el Gobierno español lleva años repitiendo: la necesidad de que la UE, y sobre todo la OTAN, miren más al flanco Sur, a África y más en concreto al Sahel. Un territorio que vive bajo la amenaza del yihadismo y en el que Rusia está aumentando cada vez más su presencia e influencia mientras Europa cierra misiones claves para la estabilidad, la más destacada, la de entrenamiento de la UE en Mali.
Así que Sánchez volverá a insistir en que hay riesgos y amenazas más allá del flanco Este, algo que ya reflejaba el Concepto Estratégico que se aprobó en la Cumbre de Madrid de 2022.
Sin embargo, esa petición contrasta con la reducción de la presencia militar española en el continente vecino. Tras el cierre de la misión de Mali, donde España era el máximo contribuyente, Defensa anunció ayer un repliegue parcial del destacamento aéreo «Marfil», que apoyaba con su avión y 60 efectivos a las misiones en el Sahel desde Senegal. De ser un despliegue permanente pasará a temporal según las necesidades, dejando en Dakar un equipo reducido que se reforzará cuando se desplace ese avión.