Francia sigue conmocionada por el caso de la niña de 12 años que fue víctima de violación el 15 de junio solo por el hecho de ser judía. El caso es atroz: fue abusada por tres jóvenes de 12 y 13 años, después de que uno de ellos –con quien había tenido un breve romance – descubriera que era judía y que había mentido al decir que era musulmana para protegerse en un ambiente que se vuelve cada vez más antisemita. La pequeña fue objeto de penetración vaginal y anal, así como de felaciones forzadas, mientras recibía amenazas de muerte e insultos sobre su credo. Al final de la agresión, los jóvenes la obligaron a «jurar por Alá» que no diría una palabra a sus padres ni a la Policía.
Tristemente, es una pesadilla que no llega sola. Desde el 7 de octubre, día del ataque de Hamás en suelo israelí, Francia ha visto dispararse los casos de antisemitismo. Joel Mergui, director del Concilio Judío de París, hace una radiografía para LA RAZÓN de la situación de los judíos en Francia. «Hemos tenido un resurgimiento del antisemitismo bajo la apariencia de antisionismo, que llevaba 20 años produciéndose, pero que ha alcanzado niveles catastróficos desde el 7 de octubre». «La amenaza está ahora en las escuelas, en las calles, en las sinagogas y en esos jóvenes que atacaron a la niña judía. Estamos alcanzando picos que antes eran impensables», explica Mergui.
Según cifras del Consejo Representativo de Instituciones Judías en Francia, los actos antisemitas han aumentado en al menos un 1.000% desde el 7 de octubre. Casas marcadas con la estrella de David, escupitajos contra judíos en la calle, insultos degradantes, golpes en el transporte público… y ahora también una violación. Las escuelas no escapan de la misma tendencia de odio: la ministra de Educación, Nicole Belloubet, denunció 650 actos antisemitas en las aulas desde el 7 de octubre.
Los padres de la niña violada, en una entrevista publicada por el diario «Le Parisien», relatan con detalles la atmósfera antisemita que vivió su hija días antes de la agresión: «Nuestra hija fue acosada en su colegio y condenada al ostracismo por su religión. Comenzó en noviembre con saludos nazis, esvásticas en las mesas del colegio y chistes sobre el Holocausto. Perdió a varios amigos musulmanes, pero la situación no había llegado a la violencia física. Le dijimos que fuera prudente al hablar de religión y por eso mintió a su compañero».
Por supuesto, el tema del antisemitismo está muy presente en el torbellino político que se ha desatado en Francia después de que Emmanuel Macron disolviera la Asamblea Nacional. Ante la subida meteórica de la extrema derecha y la alianza que la izquierda ha tenido que formar apresuradamente para frenarla, la comunidad judía se encuentra ante una elección de extremos. Por una parte, Reagrupación Nacional con un pasado marcado por el racismo de apellido Le Pen; y por la otra, el sentimiento exacerbado a favor de Palestina –y en contra de Israel– que se promueve desde La Francia Insumisa, dirigido por el excandidato presidencial de extrema izquierda Jean-Luc Mélenchon.
Un ícono judío como Serge Klagersfeld, superviviente del Holocausto y defensor de los judíos deportados de Francia, hizo unas declaraciones sorprendentes: «Entre La Francia Insumisa y Reagrupación Nacional, votaría sin vacilar por la ultraderecha, porque el eje de mi vida es la defensa de la memoria judía y los judíos perseguidos, y ahora me enfrento a una extrema izquierda que no esconde sus tintes antisemitas y su antisionismo violento».
Mergui prefiere no inclinarse hacia ningún extremo, aunque no deja de señalar cómo La Francia Insumisa tiene un verbo que comienza a favor de Palestina y termina en contra del pueblo judío. «En Francia tenemos un partido político, La Francia Insumisa, que no ha calificado de terrorismo a las violaciones, los asesinatos y la toma de rehenes por parte de Hamás», asegura, señalando al partido de desatar un antisionismo virulento. «Da la impresión de que puede ser algo normal violar o quemar mujeres. Se ha desinhibido el discurso antisemita y por ende, los actos antisemitas».
Mélenchon y sus compañeros de partido han dicho frases tristemente memorables. «Los amigos del apoyo incondicional a la masacre tienen una cita», dijo el líder de extrema izquierda ante la marcha organizada en París el 12 de noviembre en solidaridad con Israel. Ya en 2020, soltaba frases básicas en la corriente antisemita: «No sé si Jesús estuvo en la cruz. Sí sé quién lo puso allí, dicen que sus propios compatriotas».
Pero la declaración que más ha irritado a los franceses en los últimos días es la que asegura –de la boca de Mélenchon– que en Francia silo hay un «antisemitismo residual». Una contradicción evidente con las cifras y los testimonios de discriminación de la comunidad judía en Francia, que se acumulan ya por miles.
¿Cómo frenar la ola de violencia antijudía? Mergui apuesta por la concordia: «Creo que la palabra pública tiene un papel preponderante: la de un alcalde, un político, la de un profesor, la de un artista. Hay que reiterar su apoyo a la comunidad judía, su rechazo al antisemitismo, pues todo contribuye a la armonía social».