María fue una niña prodigio de la actuación y hoy, a sus setenta años, vive retirada de los escenarios. Sus hijos, aspirantes a directores, quieren convencerla para que vuelva a actuar. Ella no sólo no ha abandonado su vocación del todo, sino que sigue aferrada a una obra que nunca llegó a representarse pero la marcó de por vida: “Las criadas”, de Jean Genet, cuyo estreno se vio frustrado en los años 70, hecho que la privó de ser una artista con mayúsculas. Este es el principal argumento de “La señora”, la obra que presenta en el Teatro Pavón el joven dramaturgo Pablo Quijano con la actriz Bibiana Fernández como protagonista, junto a los actores Xoán Fórneas y César Vicente.
“Con 19 años me obsesioné con Núria Espert y siguiendo su trayectoria descubrí que en 1969 hizo un montaje de “Las criadas”, que es el primero que se hacía en España de la obra de Genet, dirigido por el argentino Víctor García y que, de alguna manera, es el embrión del teatro de vanguardia español”, explica Quijano sobre la génesis del espectáculo. “Todo el que lo vio en el gremio teatral te dice que fue algo muy innovador que no se había visto nunca y no lo han olvidado, un código interpretativo nuevo, dirigido de manera nada sicológica, sino muy libre, muy animal y visceral, algo que marcó un punto de inflexión en nuestro teatro contemporáneo”, significa.
Su fascinación por Espert y por el propio texto en sí, lo llevó a crear “La señora”, cuyo punto de partida es el de una actriz que intenta levantar la pieza de Genet, que fue censurada, y ahora vuelve a los escenarios convencida por sus hijos. “Ese miedo de base a la censura tuvo en ella un efecto psicológico tan importante que provocó su retirada y la llevó al mundo de la fantasía, vive obsesionada con la actuación en su encierro, afectada por esta obra que ha marcado su vida y la de sus hijos y la tiene, de alguna manera, sumida en el mundo de Genet, cuya pieza es en realidad una excusa para hablar de esa madre retirada que vive una lucha interna. Esto hace de “La señora” una especie de “Spin-off” de “Las criadas”, una versión libre y contemporánea -explica Quijano-. No estrenarla la llevó a cuestionar su identidad y a desconfiar de la realidad, lo que convierte la historia en una especie de ceremonia de la ficción como mejor manera de soportar la realidad”.
Para ello, Quijano quería una actriz que, “además de la edad, hubiera vivido algunas circunstancias del personaje, que conociera el trasfondo del país, el cambio político y, aunque la censura ha sufrido una transmutación, quería abordar sus límites”, por esto eligió a Bibiana Fernández como la mujer idónea para su personaje. “Es un regalo que me ha hecho Pablo, porque una de las cosas que me gusta de esta profesión es el riesgo, salir de la zona de confort para no acomodarte -comenta la actriz en su vuelta a los escenarios-. Me encantó la obra cuando la leí porque soy hija de una España que creció con la Transición y todas esas cosas que ella ha vivido retirada, por miedo, por rencor…por lo que sea, yo las viví y las conozco, son recovecos que me son familiares”.
Y prosigue: “Tengo en común con mi personaje que ambas somos mujeres un poco locas, pero muy firmes en sus decisiones y una vez que deciden un objetivo, lo luchan a muerte. Esos lugares comunes me ayudan a convivir con este personaje, yo también viví en la ficción durante mucho tiempo, soy como Matrix, habité una realidad paralela en mi adolescencia, mitad en una ficción alimentada por el cine y la literatura y mitad en la realidad”. ¿Hemos involucionado en libertad respecto a los 80? “Ahora vivimos la peor de las censuras, que es la autocensura, y las redes sociales tienen mucho que ver porque cualquier declaración o comentario se convierte en una catarata de insultos y ataques y ese miedo te lleva a autocensurarte”, afirma una actriz con energía para seguir actuando. “Estoy abierta y con esperanza de que vengan cosas buenas, lo importante es tener ganas e ilusión, y yo las tengo, ese es el motor principal”, concluye.
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Sobre aquella función de 1969 hay una anécdota y es que “Las criadas” estuvo a punto de ser censurada. “El montaje, que iba a ser un binomio de un texto de Arrabal y del de Genet, hizo saltar las alarmas de la censura de la época. Los censores se presentaron en el ensayo general y vieron solo el primer texto, pero se marcharon sin ver el segundo y, por tanto, no incluyeron “Las criadas” en la nota de la censura, con lo que pudo estrenarse casi por casualidad”, cuenta Quijano.
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