Ya ha llegado el verano, y con él, las vacaciones, lo que no sinónimo de descanso, pero también de muchas otras cosas. No son pocas las personas que aprovechan un mayor tiempo libre para hacer de una vez por todas la temida "limpieza general" de la casa.
Una de las mayores ventajas de realizar esta tarea durante el verano es que todas las superficies que dejemos húmedas se secarán mucho más rápido, cosa que en invierno puede llegar a resultar molesta o incluso contraproducente, porque si la humedad permanece un tiempo más prolongado puede llegar a dejar malos olores o ayudar a la proliferación de bacterias.
Existen zonas más fáciles y sencillas de limpiar a fondo, como los suelos o los armarios, y otras que pueden resultar un martirio si no se sabe bien cómo higienizarlas o no se dispone de las herramientas adecuadas.
Es el caso de las piezas de cerámica y cristal del baño o de los electrodomésticos de la casa, especialmente de la cocina. Al estar en contacto directo con alimentos durante todo el día, se ensucian más fácilmente y pueden llegar a constituir verdaderos focos de patógenos dentro de nuestra casa.
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Sin embargo, existen algunos consejos y varios trucos muy sencillos con los que dejar reluciente y desinfectado uno de los electrodomésticos más sucios y difíciles de limpiar de uso común: el horno.
El horno está conectado a la red eléctrica, por lo que hay que tener cuidado a la hora de limpiarlo para no tener accidentes con la electricidad ni causar cortocircuitos. Además, sus paredes son metálicas, con lo que una humedad prolongada podría hacer que se corrompiesen por el óxido y se echasen a perder.
La mayoría de puertas de este electrodoméstico suelen construirse en cristal, con lo que también se debe tener cuidado de no utilizar químicos muy agresivos (aparte, por supuesto, porque pueden contaminar después los alimentos) ni esponjas de metal abrasivas para no rallar este material.
El horno es uno de los aparatos de cocina más sucios porque una vez que se ha utilizado, debemos esperar un tiempo a que se enfríe antes de limpiarlo regularmente, con lo que algunas manchas permanecen con fuerza.
Además, muchas veces los hornos están llenos de pequeños pedazos de queso "fosilizado" que se agarra a las varillas o a las paredes como una lapa a las rocas de la costa, y parecen imposibles de quitar.
La grasa que no se ha podido limpiar rutinariamente permanece dentro del horno y se quema, dejando malos olores y contaminando los alimentos que se cocinen posteriormente con humo y sustancias que pueden resultar cancerígenas.
Es muy importante no utilizar químicos abrasivos ni rascar fuertemente el horno con nanas o cuchillas, porque pueden dañar las paredes y estropear por completo el electrodoméstico, además por supuesto de poner en riesgo la salud alimentaria del propietario.
Para limpiarlo fácilmente, el conocimiento popular nos ha legado varios consejos muy útiles con los que higienizar el horno, eliminando toda la grasa y dejándolo reluciente, y sin dejarse la piel en el intento.
Uno de ellos es uno de los viejos "trucos del almendruco", una combinación muy utilizada a la hora de limpiar porque es muy efectiva. Juntando zumo de limón, bicarbonato de sodio y vinagre blanco podemos crear una especie de pasta muy eficaz para deshacerse de bacterias y gérmenes, además de eliminar la suciedad incrustada en las parrillas fácilmente.
Lo ideal es aplicar este mejunje y frotarlo por toda la superficie del horno con la ayuda de una esponja no muy abrasiva, como la que se utiliza para limpiar la vajilla de uso diario. Después, se debe dejar actuar la pasta por unos 10 minutos para después retirarla con un trapo algo húmedo, pero sin chorrear.
Por supuesto, todo el proceso debe llevarse a cabo con el horno apagado y desconectado de la corriente eléctrica, a fin de no provocar ningún accidente y no poner en riesgo la salud. De esta forma, con un truco sencillo y en poco tiempo, podemos dejar el horno libre de grasa y reluciente.