A pesar de estar en una relación cerrada, muchas personas siguen intentando flirtear por estos motivos, poniendo en peligro el contrato entre ellos
Con la llegada de las redes sociales, las personas se han ido acostumbrando cada vez más a la inmediatez y a no renunciar a sus deseos. Parece haberse instalado una mentalidad que trata los "sacrificios" (la no satisfacción inmediata e inconsecuente) como algo malo a evitar.
Es precisamente ha sido el hecho de renunciar al pequeño placer presente por un mayor placer y satisfacción futuros lo que ha constituido la base de las relaciones, tanto comerciales como de pareja, a lo largo de la historia.
La pérdida de la visión a largo plazo se ha debilitado al habernos habituado a la inmediatez y a la falta de compromiso y el anonimato del que se enconde detrás de una pantalla para llevar una doble vida en secreto.
Las redes sociales han contribuido a que la gente busque cada vez más atención y validación constantes, provocando que persiga la interacción (aunque no llegue después a nada) con otras personas ante la imposibilidad de "recibir casito" las 24 horas del día por parte de su pareja para saciar su vanidad.
Con la facilidad para caer en tentaciones sin consecuencias inmediatas o a corto plazo y sin que nadie más que uno mismo tenga conocimiento de ello, las nuevas tecnologías están haciendo que muchas personas ya proclives a ellos sean presa de sus propios deseos incontrolados: "scrolling" infinito por redes sociales, cientos de conversaciones abiertas en aplicaciones de citas a la carta, búsquedas compulsivas en el navegador, etc.
Internet y las redes sociales son herramientas, pueden utilizarse tanto bien como mal, por lo que un uso o una aplicación indebida de ellas puede llevar a los usuarios a desarrollar hábitos insalubres que les afecten negativamente poco a poco y sin que reparen demasiado en ello.
A términos como "ghosting", "gas lighting" o "love bombing" ahora se le suma un nuevo concepto que puede hacer peligrar las relaciones de pareja: se trata ni más ni menos que del "cookie jarring".
Es una práctica que se lleva haciendo toda la vida y, aunque ahora tengamos un término anglosajón que le ponga nombre y suene menos malo, es un comportamiento totalmente tóxico.
En castellano podríamos llamarlo algo así como "guardarse una en la recámara" o "tontear teniendo pareja", nada que la economía lingüística del inglés ni el posmodernismo cursi y narcisista haya inventado.
Se da cuando una parte de la pareja busca validación de terceras personas, especialmente a través de redes sociales, aunque muchas veces no llegan a materializarse en nada.
Una falta total de autocontrol de los deseos lleva a muchas personas a ligar (más bien "coquetear") con otros miembros ajenos a su pareja para "subirse el ego", primando la satisfacción inmediata de sus apetitos a la estabilidad de su relación amorosa a largo plazo.
De esta forma, se sacrifica una visión de futuro por un interés ególatra y cortoplacista, que puede ser dañino tanto para el miembro de la pareja que desconoce todo, como para el que coquetea como para las terceras personas que se hacen ilusiones que, lo más seguro, no llegarán a nada.
