Directora: Thea Hvistendahl. Guion: T. Hvistendahl, John Ajvide Lindqvist (basado en la novela de J. A. Lindqvist). Intérpretes: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Bahar Pars. Noruega, 2024. Duración: 97 min. Drama/Terror.
Una mujer que sigue llorando la ausencia de su compañera sentimental, el marido que acaba de enterarse de que su pareja ha tenido un accidente terrible, una chica que se pinta las uñas con el cuerpo flexiblemente doblado y en el rostro casi escondido una tristeza pétrea, un padre que lleva a esa hija un poco de comida que ella rehúsa y que el hombre debe tragarse solo. Como el dolor que, sin apenas palabras, desprende la arriesgada, inquietante, poética a retazos opera prima de Thea Hvistendahl basada en la novela de John Ajvide Lindqvist. Entonces, durante un caluroso día de verano en Oslo, tras una serie de fenómenos extraños, los muertos vuelven a la vida, lo que compete a tres familias que, desconcertadas, asisten al «regreso» de esos seres tan queridos, tan demacrados y silenciosos. Un niño, que pereció ahogado y desprende ruidos leves, lastimeros probablemente también; una anciana que da dentelladas furiosas y mecánicas, y una mujer que, sentada en la cama del hospital, asfixia con sus propias manos a un pobre animal. Mientras resuena la maravillosa «Ne me quitte pas», los personajes abrazan desesperados esos cuerpos rígidos presintiendo la verdad, que las plegarias atendidas, en numerosas ocasiones y como advertía Santa Teresa de Jesús, nos hacen derramar más lágrimas que las que no lo son. Lejos del cine estereotipado sobre zombies, el filme profundiza, sobre todo, en el espantoso peso de la pérdida, el duelo y la culpa, en las segundas oportunidades imposibles e insanas desde una conmovedora y contenida emotividad. Porque nadie vuelve nunca, nadie, y con esa pena debemos seguir existiendo.
Lo mejor: se trata de una apuesta arriesgada, de un conmovedor drama terrorífico
Lo peor: que alguien crea que es un filme convencional de muertos vivientes, porque va más allá
