Tras casi una temporada sin jugar por lesión, el guardameta es fijo hoy en la final de la Champions en Wembley
Cuando a Jurgen Klopp le preguntan por qué el Liverpool perdió la final de la Champions contra el Real Madrid hace dos años, lo tiene claro: «En la final de la Champions League en 2022 ante el Real Madrid, ese maldecido de Thibaut Courtois tenía 12 manos», ha contado tiempo después, cuando ha conseguido digerir el duelo. La última Champions del Madrid ha quedado como la de Benzema, pero bien podía ser la de Courtois. Paró el penalti a Messi en París, fue fundamental en todos los encuentros y acabó la final con nueve paradas, un récord, probablemente, ninguna de ellas sencilla.
Por eso había pocas dudas de la titularidad del belga hoy si estaba en buena forma. La gripe de Lunin ya ha sido definitiva, pero lo cierto es que nadie se creía las dudas que hacía públicas Carlo Ancelotti. En forma, Courtois no tiene rival, lo sufrió Klopp y lo conoce el entrenador italiano de primera mano.
La única duda no era Lunin, era si Courtois iba a estar listo tras una temporada en la que no se ha puesto a prueba su agilidad o su destreza en la portería. Se ha puesto a prueba su cabeza, su resistencia al dolor. Hace poco se reveló el momento en el que Courtois se lesionó en Valdebebas. Sale en una jugada sin emoción de un entrenamiento, pero de repente se oye un grito tremendo, algo que empieza como un gemido y acaba en un largo lamento. Hasta Rüdiger se asusta.
«Era una mañana normal, un día normal», asegura en el reportaje su mujer, Mishel Gerzig, para enseguida añadir: «Pero algo no encajaba», ese presentimiento tardío, después de que sucedan los hechos. Pero desde que se rompió el cruzado, Courtois exhibió su mejor virtud, la que de verdad le hace ser como es: la fortaleza mental. Solo dudó o se vio mal al principio, después se puso a trabajar en casa y en Valdebebas, mostrando la entereza que todos ya preveían antes de la lesión. Fue siempre adelantado a las previsiones de recuperación y, aunque le dolió lesionarse en la otra pierna cuando estaba a punto de volver, volvió a recuperarse enseguida, porque su fortaleza no está en las manos, está en lo que piensa.
Volvió al final de LaLiga: ha jugado cuatro partidos y ha recibido en total, 17 disparos. Pero no le han marcado un gol. Llega la final y todo vuelve a encajar.
